Capítulo 5: La habitación de Betty

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Una Betty muy confundida salió, finalmente, de presidencia. Pese a que ya habían tomado una decisión certera respecto al plan romance, en su rostro portaba un poema irresoluto, lleno de incertidumbres, dudas y vacilaciones. Sentía que algo no cuadraba con la actitud de don Armando. Si no... ¿a qué venían esa clase de preguntas sobre la relación personal que llevaba con Nicolás desde hacía tanto tiempo? Su jefe, definitivamente, se comportaba cada vez más extraño. 

Aunque el día había sido extenuante, y la buseta se tardó más de lo normal, Betty llegó dispuesta a escuchar todo lo que Nicolás había logrado averiguar sobre el incentivo a las exportaciones del gobierno Nacional.

Después de saludar a sus padres y comer media manzana obligada por su mamá, subió al centro de control de Terramoda, como gustaba decirle Nicolás a su habitación.

-¿Q'hubo Nicolás?- saludó ella, pero no recibió respuesta- ¡Nicolás!- exclamó, finalmente, al ver que estaba recostado en su cama con una revista abierta, pero con los ojos cerrados.

-Ah... Hola, ya está aquí- dijo el economista, acomodándose las gafas y estirando su lánguido cuerpo.

-Sí, son casi las ocho, ¿desde hace cuánto duerme?, ¿ah?- Aunque odiaba cuando Nicolás subía los pies a su cama, con los zapatos puestos, jamás lo reprendía.

-Apenas cerré los ojos hace un momento, Betty- dijo excusándose, mientras su amiga ocupaba el lugar frente al computador.

-¿Pudo averiguar algo?- preguntó inquieta, tratando de encontrar respuestas en los archivos abiertos de la pantalla.

-Ya imprimí la información necesaria para solicitar el financiamiento del gobierno en el tema de las exportaciones- contestó él, mientras ordenaba unos papeles que cayeron al suelo al intentar incorporarse de la cama- Hay que presentar una carpeta con un proyecto y un detalle minucioso de la empresa, sobre todo, el estado financiero.

-¿Usted cree que será un problema que la empresa esté embargada?- preguntó ella dubitativa. 

-No lo sé Betty, pero si su jefe decide presentar el proyecto, tiene que saber que existe la posibilidad de que, a raíz de este movimiento, pueda salir a la luz la situación real de la Ecomoda. Usted sabe cómo son esos lugares, hay mucha gente que puede interesarse en obtener esta información, para tratar de conseguir una ventaja- al escucharlo, Betty pensó inmediatamente en Daniel Valencia. Él también trabajaba para el gobierno Nacional, ¿qué tal que, de alguna manera, le llegara esa información? Definitivamente sería lo peor que podría pasarle a su jefe.

-Entonces, don Armando no querrá hacerlo Nicolás, jamás correría ese riesgo. Si su familia o algún accionista de la empresa, se entera de lo que está pasando en Ecomoda, será el fin- advirtió preocupada. Tan sólo imaginar el momento la hacía temblar. 

-Hay otra opción que tal vez pueda ser más adecuada- propuso Nicolás. No importaba como fuese, él siempre encontraba una segunda opción para todo.

-¿Cuál?- preguntó ahora con entusiasmo y un tanto de curiosidad, aunque trató de no ilusionarse. Cualquier movimiento en falso, podría resultar fatal.

-Que las importaciones las haga Terramoda.- dijo el economista, rotundo con un mirada de satisfacción en los ojos. Le fascinaba encontrar aquellos recovecos y soluciones para problemas difíciles. Una de las brillantes cualidades, que le habían permitido formar parte de los mejores economistas de su clase.

-Terramoda ni siquiera tiene oficinas físicas, ¿cómo podemos importar algo que no producimos?- aunque sonaba razonable, había muchas cosas más por resolver. Debía cerciorarse de cubrir todos los flancos, si quería presentar el plan a su jefe y porque, además, se sentiría responsable si algo llegase a salir mal. Jamás arriesgaría la estabilidad de don Armando por decisión propia.

Perdidos en la noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora