Capítulo 11: Una cena peligrosa.

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Fueron los últimos en dejar la empresa. Juntos, y muy pero muy cercanos, recorrieron los pasillos en silencio. Sus brazos se iban rozando a cada paso que daban, pero esto no los incomodaba. Todo lo contrario, les brindaba un especie de calma y tranquilidad, por estar al lado de alguien que los hacía sentirse protegidos.

Unos minutos después, atravesaron las puertas de Ecomoda y se subieron al carro. En el interior, Armando puso algo de jazz para terminar de despejar sus mentes, y salieron hacia el primer destino.

Betty había logrado calmar sus nervios en el viaje, utilizando otra de sus tantas técnicas que le sirvió en todos los exámenes del bachillerato. A falta de mentas, las cuales no compró para ella porque jamás hubiese imaginado estar en la situación de acompañar al jefe a su apartamento, recitaba mentalmente cada elemento de la tabla periódica. Aunque la química no era de su agrado, en una evaluación oral sobre este tema, descubrió que memorizar y repetir esos datos, la tranquilizaba en sobre manera. No tenía el mismo efecto que las mentas, pero le funcionaba muy bien.

El vehículo se trasladó hasta el barrio Los Rosales, un sector prestigioso de Bogotá con edificios lujosos y gran magnitud arquitectónica.

El vehículo se trasladó hasta el barrio Los Rosales, un sector prestigioso de Bogotá con edificios lujosos y gran magnitud arquitectónica

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Betty estaba absorta con los espacios ecológicos que la zona ofrecía. Se imaginó caminando por aquellos senderos, admirando la naturaleza desde las terrazas o vislumbrando las luces de la noche, en el ventanal de algún edificio.

Pero en su fantasía no estaba sola. Él era quien le mostraba cada lugar, compartiendo con ella su parte más íntima, aquella que jamás creyó conocer. Al menos, ahora, tendría grabado en su mente cómo lucían las calles que Armando transitaba a diario. Ya no debería crear escenarios tan ficticios por las noches, al intentar conciliar el sueño.

 Ya no debería crear escenarios tan ficticios por las noches, al intentar conciliar el sueño

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Luego de unos minutos, el vehículo se detuvo. La economista inspiró profundamente, el momento más crítico había llegado.


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Perdidos en la noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora