Las horas que separaban al par de cómplices del almuerzo, pasaron lentamente.
Parecía que, las manecillas del reloj, giraran hacia la izquierda ,como una especie de túnel que sólo se retrotraía.
Era la una de la tarde, cuando Betty estaba dando los toques finales a las nuevas negociaciones con los bancos para girar, al fin, los pagos correspondientes.
En ese momento, sintió la puerta del hueco abrirse.
-¿Ya está lista, Beatriz?- preguntó un Armando impaciente.
-Sí, doctor. Las nuevas formas de pago y sus correspondientes proyecciones, quedaron terminadas para la reunión de la tarde- explicó ella con fluidez.
-Bueno, muchas gracias, pero en todo caso no me refería a eso- le aclaró- Le preguntaba si ya estaba lista para irnos a almorzar. Luego veré los documentos, ahora muero por contarle las últimas novedades - dijo con picardía.
-¿Ya?- preguntó ella, entendiendo a qué iba el asunto.
-Sí- afirmó simplemente Armando. Apenas una palabra y se comunicaban a la perfección, lo que hizo que sintieran una especie de calidez entre ellos.
-Entonces, tomo mi bolsa y salimos.- habló Beatriz emocionada. El almuerzo con su jefe fue lo que más esperó durante toda la mañana. Si bien ellos ya habían salido a comer en otras oportunidades, todo se resumía a asuntos de negocios. Pero, esta vez, el propósito que los convocaba era diferente, puesto que resultaba ser de índole estrictamente personal.
-No. Es decir, sí. Pero antes...-bajando la voz- debemos montar un numerito para alguien está esperando detrás de la puerta, en la sala de juntas.-propuso con una sonrisa pícara en el rostro.
-¿Pero qué es lo que tenemos que hacer?-cuestionó desorientada y a la vez ansiosa por lo que fuese a proponerle su jefe.
-Usted solo sígame la corriente y recuerde que se supone que está loquita por mí- dijo, haciéndose el galán de telenovela. Ella sonrió.
-Jojojojo- ¿Se supone?, pensó al tiempo que carcajeaba divertida.
Ambos se acercaron hasta el escritorio de presidencia, momento preciso donde Armando comenzó con el gran show.
-Siga, Beatriz, siga. La voy a llevar a comer a un lugar especial, muy especial... Así podremos estar juntos, los dos- improvisó él en tono seductor, mientras le guiñaba un ojo a su asistente actuando, a la vez, una cara de fastidio para que lo viese Calderón. El muy bandido, había dejado la puerta a medio cerrar para poder observar todo.
-¿Solos?- preguntó ella a modo de seguir el juego que, de repente, no le pareció tan difícil. Claro, porque no tenía que actuar, en verdad estaba enamorada.
-Sí- respondió Armando con un gesto pícaro- Completamente solos- concluyó, mientras se acercaba a ella y le pasaba su brazo por encima del hombro.
-Entonces, vamos- atinó a decir Beatriz con las mejillas encendidas de rojo y un estremecimiento en la piel, que desfilaba desde su hombro y se extendía al resto del cuerpo en oleadas de calor que la consumieron.
Se acercaron juntos a la puerta, disfrutando de aquel contacto que tanto los había estremecido a los dos. Al cruzar la entrada, se detuvieron para disimular frente a las secretarias, sin embargo, no pudieron sostener más la risa tras cerrar presidencia y asomarse por el pasillo.
-¿Puede imaginarse la cara que puso? Jajajajajaja- rió Armando.
-Jojojo. Creo que se desmayó- continuó Betty que, al girar, se percató de que todas las secretarias, incluida Patricia, los miraban con asombro y detenimiento- Ese gerente del banco jamás pensó que podríamos pagarles tan pronto, ¿verdad, doctor?- culminó sobre la marcha, haciendo un gesto imperceptible hacia su jefe, quien entendió a la perfección que estaban bajo testigos.
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Perdidos en la noche.
FanfictionLuego de que Mario Calderón convence a Armando Mendoza de que la única forma de mantener asegurada la empresa es enamorando a Beatriz, deciden llevar a cabo el plan. Sin embargo, no todo sucederá como espera. Una sorpresa, los llevará a transitar u...