Capítulo 30: Perdidos en la noche.

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Llegaron a la costa abrazados, dándose calor bajo la tela de la toalla, que no sólo absorbía los restos de humedad que todavía quedaban en sus cuerpos y trajes de baño, sino que también parecía desaparecer los rastros de timidez que aún reposaban sobre el corazón y las mejillas de Betty.

Mientras tanto, Armando la contemplaba de espaldas, en silencio y con el alma llena de ilusiones, al sentir como ella se recostaba, cada vez más, sobre su cuerpo, rozando aquellos rincones íntimos como piezas que encastraban perfectamente creando la mejor de las esencias.

Algo debía romperse para dar lugar a lo nuevo que ahora empezaba a formar parte de sus vidas. Y es que cuentan los registros de la historia que, los mejores perfumes de antaño, eran encerrados en un recipiente de "alabastro", un material blanco, compacto y traslúcido, y que, para darle uso, esa roca debía quebrarse en su totalidad, vertiendo no un poco, sino toda la esencia que contenía, de una sola vez. La entrega tenía que ser íntegra, absoluta, entonces el perfume inundaba el ambiente del lugar donde se producía el quiebre, permitiendo ser disfrutado por quienes estaban alrededor.

Armando sabía que Betty tenía un aroma singular e irrepetible, una esencia pura y apasionada, que no había sido comprendida plenamente, y esperaba poder ser el primer y único espectador que la contemplase. Sin embargo, lo que él desconocía, lo que se le perdía de vista a veces, era que su alabastro también estaba lleno de perfume, uno que jamás nadie había disfrutado, porque su recipiente seguía intacto a pesar de los años, a pesar de los daños. Ella había sido la única en ver más allá de la piedra, en saber que dentro de aquel hombre que se mostraba fuerte e implacable, se escondía el mejor de los aromas uno dulce pero intenso, calmo pero ardiente. Para él también sería su primera vez y tener la posibilidad de que sucediera en cualquier momento, lo inquietaba sobremanera.

Lo que los ambos desconocían, era que ellos habían comenzado a hacer el amor desde hacía mucho tiempo, en el momento que empezaron a descubrirse, a anhelarse, a confiar en la compañía del otro, a sentirse perdidos sin saberse cerca. Como si se fueran quitando las prendas poco a poco, para mostrar su ser desnudo al viento, para confesarse su amor y besarse con una necesidad única, desconocida, tierna, apasionada.

Al llegar a la costa, los dos estaban nerviosos, la noche iba tomando protagonismo en el cielo, que caía como un manto sobre ellos, adornado con las primeras estrellas del ocaso y algunas nubes grises, a lo lejos. El amor brillaba en sus rostros, el misterio y la ansiedad se acrecentaba a cada paso que daban para dejar atrás la embarcación, subir al descapotable y regresar a la cabaña.


-¿Le gustó el paseo, Betty?- preguntó Armando mientras se alejaban por la ciudad hacia su refugio.

-Sí, muchísimo. Fue como vivir un sueño.- respondió ella con la voz completamente emocionada.

- A mí me encanta que usted disfrute, me hace feliz que pueda conocer cosas nuevas junto a mí.- Armando sonrió de lado con un gesto tierno, entre tanto el viento le traía el aroma de ella cosquilleando su nariz.- Le adelanto que, para hoy, tenemos una cena muy especial, ya verá.

-¿Más sorpresas?- Betty se incorporó en el asiento para verlo a los ojos buscando una confirmación de lo que acababa de oír.

-Sí, pero no puedo revelarle mucho.- elocució haciéndose el misterioso.

-Está bien, no voy a insistir para que me cuente, lo único que le pido, es que si se trata de algo involucrado con el agua, no vaya a olvidarse de las toallas otra vez. Jojojo- ella carcajeó y Armando no supo qué decir aunque le encantó.

-Entonces, no le gustó que compartiéramos ese momento, bajo la tela de mis brazos. Me va a disculpar pero yo la vi muy cómoda.- expresó románticamente, luego de un par de segundos de silencio. Lo que menos quería era incomodarla, pero ella, con su comentario, le había dado pie para continuar con el camino que se había trazado desde la noche en que le confesó su amor. Un sendero sincero, afectuoso, seguro, cargado de recuerdos apasionados.

Perdidos en la noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora