Después de una noche de acaloradas discusiones y terminar contentando a Marcela, un Armando perfectamente alineado llegaba a Ecomoda.
Otra noche más de insomnio, del cual su prometida no era consciente, como tampoco de las anteriores madrugadas, donde su cabeza sólo le daba vueltas al asunto de la empresa y al futuro casamiento.
Coexistía con el desvelo. Aquel fenómeno que comenzaba a delatarse por las ojeras que se le habían acrecentado en los últimos días. Apenas había podido descansar un poco después de hacer el amor con Marcela para tranquilizarla y, también, porque canalizaba los nervios que le producía el hecho de casi convivir con aquella mujer que le fastidiaba.
-Pronto voy a parecer un mapache- se dijo así mismo con reproche, mientras daba un último vistazo a su rostro en el espejo retrovisor del carro antes de bajar.
Ingresó a la empresa y, como era de costumbre, Aura María no se encontraba en su puesto de trabajo.
Armando, trató de calmar a su novia, quien manifestó despedirla en una milésima de segundo. La noche anterior, había presenciado una agitada discusión entre mensajería y recepcionía (como bien elegía decirle Freddy) y suponía que, luego de aquello, dieron paso a la reconciliación.
Esbozó una pequeña sonrisa, al menos ellos parecían tener un mejor destino en el amor que él.
-¿Qué es lo que te parece tan gracioso, Armando?- preguntó Marcela, tratando de encontrar alguna razón para la expresión del rostro en su prometido- ¿Qué los empleados nos falten el respeto viniendo a la hora que se les canta a trabajar?- soltó para probarlo.
-Marcela, para ya. ¡Qué jartera contigo! Seguramente está en... el baño.- improvisó. Y es que no podía dejar de colocarse en el lugar de la muchacha. Él sabía lo que era exponerse a la inquisición de Marcela Valencia- ¿O acaso es que la recepcionista no puede tener necesidades solamente porque a ti no te parezca?- respondió totalmente molesto, por haberle interrumpido su momento idílico pensando que, al menos una pareja en Ecomoda, había encontrado el amor.
-Es qué es el colmo de la ironía y la desfachatez. Ya se le han dado muchas oportunidades y lo único que hace es seguir faltando al reglamento de esta empresa- continuó atacando ella.
-A ver, Marcela, ¿y es que tú nunca llegaste tarde alguna vez a Ecomoda o qué?- trató de hacerla reflexionar, mientras llamaba al ascensor.
-Sí, pero fueron por determinados percances no por...
-Por favor, Marcela. No digas idioteces. Si mal no recuerdo, y te refresco un poco la memoria, cuando nos pusimos de novios llegamos a las once de la mañana a trabajar ese día. ¿Te recuerdo lo que hicimos esa noche y al amanecer y mientras nos preparábamos para venir a Ecomoda?- vaticinó Armando.
-Bueno, pero eso no es...
-¿Cómo que no es lo mismo?- le interrumpió- ¿Es decir que porque tú eres ejecutiva y tienes acciones en esta empresa, estás moralmente por encima de los demás? ¡Ya basta Marcela! Una cosa es la jerarquía y otra que quieras comparar tu vida con la de los empleados-Armando comenzaba a enojarse, aborrecía la forma en la que Marcela, y muchas veces su madre, creían ser de una especie humana superior, solo por ser dueñas de la empresa, y no simples empleadas.
-¿Y CÓMO PRETENDES SOLUCIONARLO TÚ?, A VER... SEÑOR COMPASIVO... ¿SABES POR QUÉ PASAN ESTAS COSAS? ¡POR LA FALTA DE CARÁCTER QUE TIENES CON CIERTO TIPO DE EMPLEADOS!- gritó perdiendo los estribos. Marcela, jamás lograba olvidar la forma en la que su prometido defendía a su asistente y lo hacía relucir cada vez que podía.
-¡CÁLLATE MARCELA, QUE NO SABES LO QUE DICES!- le contestó, mientras ambos ingresaban en el ascensor. Armando sabía muy bien a qué apuntaba ese comentario suyo.
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Perdidos en la noche.
FanfictionLuego de que Mario Calderón convence a Armando Mendoza de que la única forma de mantener asegurada la empresa es enamorando a Beatriz, deciden llevar a cabo el plan. Sin embargo, no todo sucederá como espera. Una sorpresa, los llevará a transitar u...