Armando despertó relajado, libre de la tensión que, la mayoría de las veces, acompañaba sus amaneceres. Cerró los ojos un momento, saboreando la sensación de haber descansado plenamente durante toda la noche, lo que hace tiempo no le pasaba. Era como si cada célula de su cuerpo, se hubiera recargado durante esas horas de sueño reparador.
Se estiró perezosamente, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro, sumergido en ese estado de semiconsciencia placentera y disfrutando del momento antes de tener que salir de la comodidad de su cama.
El día anterior había sido una completa locura, pasó de tener que enfrentarse a las más ridículas y fuertes discusiones, a los momentos más íntimos y especiales que había vivido junto a una mujer en toda su vida. Betty le había abierto su corazón y él no dudó en acompañarla. Ambos, se mostraron vulnerables frente al otro, sin temor a ser juzgados. Armando pudo contenerla mientras Betty relataba su más doloroso secreto. Por su parte, ella le había dado una de las más grandes lecciones sobre el amor y la intimidad en una pareja.
Se levantó con calma, sintiendo que todo el apartamento estaba en silencio. Tomó la parte de arriba de su pijama y se la colocó para salir de la habitación. Con pasos suaves, llegó hasta la cocina mientras Blacky lo seguía con el objetivo de olfatear cualquier indicio que le indicara el menú de aquella mañana. Generalmente los sábados, Armando preparaba café y fruta, dándole a probar algunos bocados. Gustaba de desayunar ligero puesto que, habitualmente los viernes, bebía de más y amanecía con una resaca infernal. Incluso, ingería la misma cantidad tanto en su apartamento como en el de Marcela. Los fines de semana con ella, luego de hacer el amor, la dejaba descansando en la habitación y se dirigía a la vitrina donde su prometida exhibía los diferentes licores. A veces, se aventuraba a degustar alguna opción nueva, sin embargo, con frecuencia, era whisky lo que siempre consumía.
Con estos pensamientos en mente y el alivio en su estómago y cabeza por no haberse embriagado la noche anterior, dejó la cafetera encendida y se asomó al pasillo. No escuchó nada, ni un sólo murmullo o sonido. No había señales de que su invitada se hubiera despertado.
-La dejaré descansar, ayer fue un día muy agotador para ella y hoy es su primer despertar en libertad.- dijo mirando a Blacky- Así qué, amigo, ya sabes, nada de escándalos. Démosle espacio a nuestra invitada.
Terminó de preparar el desayuno y se dirigió al ventanal para beber su taza de tinto. Hasta respirar el vapor del café tenía otra fragancia aquella mañana. De repente, sintió unos pasos aproximarse.
-Buenos días, don Armando.- saludó Betty desperezándose. Llevaba puesto uno de sus pijamas animados que tanto le gustaban porque resultaban ser muy cómodos. - Buenos días, Blacky.- dijo con un gesto tierno, mientras el animal corría a olfatearla y pedirle mimos. Armando sonrió.
-Buenos días, ¿cómo descansó en su primera noche libre?- preguntó interesado, ya que él había amanecido totalmente relajado.
-De maravilla, la cama es realmente cómoda y la almohada una delicia.- contestó ella acomodándose el cabello hacia un costado, intentando ordenar un poco sus rizos. Un gesto que a él le pareció totalmente espontáneo. La mayoría de las mujeres corrían al baño para aparecer arregladas como si no hubiesen dormido. Pero ella... Ella era increíblemente natural en todo.
-¿Sintió frío en algún momento?- preguntó preocupado mientras dejaba la taza en una mesita al costado del ventanal. -Porque si es así, para esta noche, puedo buscarle otra manta.- Armando trataba de saber si todo marchaba bien o, por el contrario, debía mejorar su hospitalidad. Se sentía increíblemente bien de realizar esos actos tan tiernos con ella.
-No, no. Con las que había en la habitación fue suficiente. Dormí muy calentita. Gracias.- respondió ella devolviendo la sonrisa.
En verdad, descansó profundamente, había sido una de las mejores noches de su vida. Claro que, por cierto, le resultó un poco extraño despertarse y no bajar por las escaleras para encontrarse con sus papás. Pero todo era maravilloso.
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Perdidos en la noche.
FanfictionLuego de que Mario Calderón convence a Armando Mendoza de que la única forma de mantener asegurada la empresa es enamorando a Beatriz, deciden llevar a cabo el plan. Sin embargo, no todo sucederá como espera. Una sorpresa, los llevará a transitar u...