Capítulo 23: Incertidumbre

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Había sido un fin de semana maravilloso para ambos, especialmente para Betty. El hombre que amaba estaba tan cercano a ella, quizá de una forma diferente a como lo percibía con anterioridad. O, al menos, así le parecía.

Al leer aquella tarjeta, algo se removió en su interior. No se parecía en nada a lo que el doctor Calderón venía escribiéndole los últimos días, cuando toda esta locura del "supuesto romance" había comenzado.

Necesitaba aclarar aquella pregunta que, insistentemente, no dejaba de dar vueltas en su mente.

Para Armando, los segundos de silencio de Betty leyendo las palabras de Benedetti escritas en el trozo de papel, le parecieron eternos. Por un momento se puso nervioso, sintiendo que su vida entera, dependía de la opinión de la persona que más apreciaba en el mundo.

-¿Y?... ¿qué piensa de la tarjeta, Betty.?- preguntó ansioso tratando de auscultar cualquier rastro de sentimiento en los ojos de ella.Necesitaba comenzar a descubrir lo que había dentro del frágil corazón de su asistente.

-Doctor... ¿usted le...?- y cuando la muchacha estaba a punto de preguntar lo que le parecía un poco obvio, algo los interrumpió. El ruido de la puerta abriéndose los tomó por sorpresa.

-¡Armando! ¿Dónde estás?- la voz de Marcela surcó los aires de la presidencia. Uno de los momentos más temidos, por ambos, llegaba finalmente sin dar tregua alguna.

-Betty, debo atender esto, pero ya regreso y terminamos de conversar. ¿Vale?- dijo para tranquilizarla. Inspiró profundamente y salió del hueco dispuesto a enfrentar uno de sus mayores miedos.

La joven sólo asintió con la cabeza y vio como él se alejaba de su lado para ir junto a su prometida. Parecía que la pesadilla había comenzado.

-¡Armando, mi amor!- exclamó Marcela mientras corría a su encuentro para estrecharlo en sus brazos. Armando se sintió incómodo con su cercanía, pero prosiguió como el novio perfecto. Tenía que dejar de hacer que sufriera, madurar, convertirse en un mejor hombre.

-Hola, Marce. - saludó a penas, al tiempo que recibía un suave beso de la boca de su prometida, sintiendo un frío que le caló hasta los huesos.

-Vengo a que me cumplas lo que me prometiste el viernes. ¿Recuerdas?- preguntó en tono seductor y amable, mientras le arreglaba el cuello de la camisa.

-Sí, Marce. Te lo prometí y te lo voy a cumplir. Alístate para el medio día así salimos.- Armando estaba calmado, necesitaba estarlo o no podría sostener la fachada del novio perfecto.

-Ya sé en lo que habíamos quedado. Pero este fin de semana sola, me dediqué a pensar y estuve mirando algunas cosas que necesitamos para el apartamento cuando nos casemos. Me gustaría que hiciéramos un par de vueltas antes de ir a comer.- propuso ella y tomó su brazo arrastrándolo fuera de la oficina, sin esperar una respuesta.- Además, te extrañé como una loca.- sedujo.

-Está bien, vayamos entonces.- atinó a responder él y salieron de presidencia.


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El sonido de la puerta sonó estrepitoso en el hueco donde una Betty, muy confundida, se enfrentaba sola a la realidad que tanto había temido. Suspiró profundo y se dispuso a continuar con el trabajo. Trató de concentrarse en lo que tenía que hacer, pero no podía dejar de pensar en todo lo que había pasado. Los momentos tan especiales que había vivido el fin de semana, parecían un lejano sueño, una ilusión que se rompió en el mismo instante que Marcela Valencia ingresó a presidencia a reclamar por la atención de su prometido.

Perdidos en la noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora