Una tragedia

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No sabíamos qué hacer, estábamos paralizados. Una parte de mí se sentía feliz de haberla encontrado, pero la otra se sentía preocupada por su estado tan crítico. Tenía una herida muy profunda en su pierna, la sangre salía de ella como agua de una fuente y estaba inconsciente, pero tenía algo de pulso.

- ¡Sabrina despierta! – dije, mientras me sentaba a su lado.

Empecé a llorar desesperadamente, mientras trataba de despertarla, pero fue en vano.

- El botiquín- le dije a Preacher, quien se había quedado boquiabierto, viendo la escena.

Él se sentó a mi lado y abrió el botiquín.

- Tenemos que detener el sangrado- sugirió él.

Pensé en hacerle un torniquete, así que rasgué una parte de mi camisa y lo hice. El sangrado se detuvo, pero no era suficiente, debíamos cerrar por completo la herida, ya que una ambulancia tardaría horas en llegar y Sabrina no aguantaría tanto tiempo.

- Tenemos que cerrar la herida-

Preacher me miró como diciendo "¿Es broma, cierto?"

- No podemos, no somos cirujanos y no sabemos qué hacer- se negó.

- Desinfectamos la herida, la suturamos y la vendamos, es todo- dije como si fuera muy fácil, aunque yo era consciente de que no era tan sencillo como parecía.

- Mejor llamemos a una ambulancia-

- Tardarán horas en llegar-

Preacher se veía indeciso, pero sabía que yo tenía razón.

- Bien, hagámoslo- aceptó finalmente.

Tomé un algodón, le puse agua oxigenada y lo coloqué en la herida. En ese momento Sabrina abrió los ojos y gritó de dolor. Me sentí muy mal por ella, estaba así por mi culpa, tal vez si no nos hubierámos separado del grupo aquella noche, todo hubiera sido diferente.

- ¿Khalleygh? – dijo ella con una voz muy débil

- Sabrina no te preocupes, te pondrás mejor- le aseguré

Sabrina se sentó con algo de esfuerzo y me mostró su espalda, la cual tenía otra herida muy grave y profunda.

Preacher y yo nos miramos horrorizados. No sabíamos qué hacer ahora, eso era mucho más grave.

- ¿Quién te hizo esto? – preguntó Preacher.

Me hubiera encantado preguntárselo yo, pero estaba llorando desconsolada y no podía ni siquiera hablar.

Cuando Sabrina estaba por darnos una respuesta, empezó a toser y escupía sangre.

- Aléjense de este bosque- fueron sus últimas palabras antes de morir.

- ¡Sabrina! Sabrina despierta. Por favor, no me dejes, me prometiste que estaríamos juntas en este campamento- le supliqué.

Seguí tratando de que reaccionar, pero no pude, ella estaba muerta.

Preacher tomó su muñeca.

- No tiene pulso-

- ¡Tenemos que hacer algo! – exclamé.

- Khalleygh, ella está...

- ¡NO! –

Lo negaba; sin embargo, sabía que era la verdad, ella no despertaría.

- Perdóname, esto es mi culpa. Si no nos hubiéramos separado del grupo estarías viva. En serio lo siento- me disculpé, dándole un último abrazo.

Me quedé ahí sentada, llorando a mi amiga por un buen rato.

Preacher cerró el botiquín y se levantó del suelo.

- No te preocupes, encontraremos al responsable-

- Y nos vengaremos- agregué, limpiándome las lágrimas y levantándome.

Estaba devastada, acababa de perder a una de mis mejores amigas, pero también me sentía furiosa con la persona que la había lastimado y no permitiría que eso se quedara así.

La enterramos justo detrás de los arbustos y colocamos algunas flores. Tuve que reprimir las lágrimas, me sentía terrible. Preacher me abrazó y trató de convencerme de que no tenía la culpa, pero no podía sacarme la idea de que Sabrina estaba muerta y yo era la única culpable.

Llegamos al campamento a la 1:37 de la mañana. Preacher me acompañó a mi cabaña y luego se fue a la suya.

- Khalleygh, por fin llegaste- dijeron Brie y Hazel en cuanto entré.

Estaban sentadas en el sofás y tenían ojeras, parecía que no habían dormido nada. Por su parte, Paige estaba dormida.

- ¿Qué hacen despiertas a estas horas? –

- Pues esperándote- respondió Hazel con obviedad.

- Sí, me llegó tu mensaje, pero nos preocupamos cuando eran las 10 y no habías llegado ¿Dónde estabas? –

- ¿Estabas llorando? – preguntó Hazel, al darse cuenta de que tenía los ojos húmedos.

- No me siento bien, mañana hablamos- fue lo que dije, no quería dar explicaciones y estaba muy desanimada.

Me dirigí hacia mi cama y me acosté, mientras Brie y Hazel me miraban confundidas, pero no dijeron nada.

Dulce venganza #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora