Falsas acusaciones

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Lloré, me lamenté y me culpé como nunca antes en mi vida, sentada en aquel solitario pasillo, a la espera de noticias del estado de mi mamá.

Dos personas habían muerto por mi culpa, primero Sabrina, mi mejor amiga y ahora Preacher, probablemente también. Por un momento tuve la esperanza de que me llamaría para decirme que la policía había llegado justo a tiempo, pero luego de 5 minutos de espera, comprendí que eso no pasaría, estaba segurísima de que me hubiera llamado al instante, no era capaz de asustarme de ese modo.

Quería saber qué le había sucedido, las palabras de Sara resonaban en mi cabeza como un eco: Creo habértelo dicho antes, mi intención nunca fue lastimarte, pero no deben quedar testigos, luego me encargaré de tu noviecita, por desgracia eso no me daba ninguna pista, mas sí me hizo entender que si Preacher no hubiera elegido ayudarme, no le hubiera sucedido nada, deseaba regresar el tiempo para jamás haberle pedido ayuda.

Inhalé hondo y me limpié las lágrimas, ya no había tiempo para llorar, debía actuar, le había prometido algo a Preacher: sobrevivir, cumplirlo era lo mínimo que podía hacer; sin embargo no lo único. Me vengaría también, encontraría a Sara y la haría pagar, no solo por él, sino por Sabrina, Camila, mi mamá y todas las personas a las que alguna vez lastimó, esa sería mi dulce venganza.

Me puse de pie y avancé por el pasillo, decidida, aunque sin ningún plan en mente; no obstante tenía muy claro mi objetivo: vengarme y ponerle fin a esa locura de una buena vez. Sara había dicho que se encargaría de mí después, por lo que no tendría que buscarla, ella misma vendría a mí, ¿Qué haría cuándo eso sucediera? No lo sabía, pero ya tendría tiempo de pensar en eso después o simplemente improvisaría.

Me sentía mal por dejar a mi mamá, quería esperarla, pero no me quedaría de brazos cruzados mientras Sara, Anibal y Khloe seguían sueltos, probablemente planeando cosas terribles, no descansaría hasta verlos tras las rejas. Estaba llegando al final del pasillo, cuando una voz interrumpió todos mis pensamientos y planes:

- ¡Policía, arriba las manos! 

Me volteé confundida y para mi sorpresa había dos policías apuntándome con su arma, no pude esconder la confusión y sorpresa que me causó aquello, no entendía por qué me apuntaban, yo no había hecho nada malo. Incluso creí que me confundieron con alguien más, pero me quedó claro que no cuando uno de ellos dijo mi nombre:

- ¿Qué espera Khalleygh Velarde? ¡Arriba las manos o dispararemos! - me presionó uno de ellos.

No tenía idea de qué hacer, me pregunté si sería lo suficientemente rápida para correr y llegar a la salida antes que ellos, el problema era que si lo hacía sería sospechosa y no quería eso, por lo que preferí obedecerlos mientras trataba de explicarles que no había hecho nada malo, incluso podría hablarles de Sara, Anibal y Khloe.

Alcé las manos.

- Póngase de espalda y arrodíllese- me ordenaron, eso hice.

Uno de los policías se paró tras de mí y tomó mis manos para esposarlas.

- Disculpen, creo que esto es un malentendido- traté de explicar, mas no me dejaron.

- ¡Silencio! Está arrestada por intento de asesinato hacia Camila Cifuentes.

Quedé atónita, me estaban acusando de algo que claramente no había hecho ¡Era un error! Yo no había lastimado a Camila, jamás lo haría ¿Por qué sospechaban de mí, tendrían alguna prueba?

- Mire no sé por qué sospechan de mí, pero yo no fui- me defendí, aunque traté de sonar tranquila.

- Pues la señorita Khloe De La Fuente fue encontrada en su cabaña, atada a una silla, ella nos contó que usted y el joven Larck Riley la dejaron así después de descubrir que ustedes fueron los responsables del envenenamiento de Camila- explicó uno de ellos.

- ¿Qué? – solté estupefacta.

¡Khloe nos había culpado! Ese era el motivo por el cual desapareció después de lo sucedido con Camila, fue un plan para evitar que contara todo lo que había descubierto, ellos siempre tenían un plan bajo la manga y lo peor era que no me había culpado solo a mí, también a Larck, él no tenía nada que ver en todo eso, ni siquiera sabía nada del misterio. Creía que Sara iría a matarme o algo por el estilo ¿Pero para qué matarme cuando podía deshacerse de mí de otro modo, sin necesidad de ensuciarse las mano? A Preacher lo había ido a buscar a su propia casa porque no le quedaba de otra. Estaba frustrada, Sara tenía todo bien planeado, si algo le salía mal, tenía otro plan, siempre era lo mismo ¿Por qué hacía todo eso?

Sin embargo eso no fue lo que más me impactó, sino el apellido de Khloe: De La Fuente, conocía muy bien a Khloe, después de todo era una de mis mejores amigas, pero ella nunca nos dijo ni a Sabrina ni a mí su apellido. Casualmente era el mismo apellido de Anibal, no, no era una simple casualidad, recordé la conversación de Sara, Anibal y Khloe en la cabaña, ella había llamado "papá" a Anibal, lo había escuchado, pero estaba tan preocupada pensando en otras cosas que lo había pasado por alto ¡Dios santo, Khloe era la hija de Anibal! Probablemente ella nunca fue mi amiga porque de verdad quisiera, sino porque todo era parte del plan, me sentí más traicionada que nunca.

- ¡Ella mintió! Es la hija de Anibal De La Fuente, él está aquí con Sara Miller- le expliqué a los policías, alarmada, pero hicieron caso omiso – Es en serio, no estoy mintiendo, tengo pruebas.

Seguimos avanzando por el hospital, mientras trataba de contarles todo, mas no me escucharon, todo el personal del hospital me miraba como a una criminal, me frustraba que no me creyeran. Llegamos a la patrulla, me subieron, aún seguía tratando de hacerles entender sin ningún resultado, pues me cerraron la puerta en la cara, ni siquiera me prestaron atención.

Suspiré con frustración, ya no sabía qué hacer, miré a un lado y para mi sorpresa no era la única ahí, Larck también estaba ahí, quien me miró con desaprobación.

- ¿En serio, Muriel? ¿Cómo pudiste hacerlo? – me reprochó.

- Larck, esto es un malentendido- traté de explicar.

- ¿Un malentendido? Los policías me lo explicaron todo ¡Tú envenenaste a Camila! – me acusó.

Sabía que ya no me quedaba de otra, tendría que darle una explicación, lo cual implicaba contarle acerca del misterio, había evitado hacerlo, pero ahora él también estaba involucrado, además tenía que ser sincera, no podía mentirle más, después de todo era mi mejor amigo, casi como mi hermano y ya no podía seguir ocultándole ese secreto.

- Tú me conoces, no sería capaz de hacer algo así.

Larck me miró con incredulidad.

- Te conocía, Khalleygh, desde que te perdiste en ese bosque no me has querido contar nada, creí que no era nada malo y que en algún momento me lo dirías, pero no- dijo – Ahora dime ¿Era eso? ¿Qué ahora te convertiste en una asesina? –

Admito que me molestó esa acusación.

- No soy ninguna asesina- dije con firmeza.

- ¿Y por qué trataste de matar a la guía? - inquirió no muy convencido.

- ¡Yo no lo hice! 

- ¿Cómo sé que es verdad? 

- ¿No confías en mí? 

Él no respondió, apartó la mirada, ese gesto fue suficiente para darme la respuesta, Larck no confiaba en mí y no lo culpaba, con la perfecta mentira de Khloe hasta los policías le habían creído. Permanecimos en silencio hasta que llegamos a la cárcel, los policías nos bajaron de la patrulla y nos enviaron a nuestras celdas, por fortuna estábamos en la misma.

La celda era horrible, tenía un camarote que no se veía para nada cómodo, una mesita de noche donde nos habían dejado comida, la cual me pareció que estaba vencida, porque sabía terrible, las paredes y el piso eran de piedra, además no tenía ni siquiera una ventana y la puerta no nos permitía ver hacia afuera. Era sin duda el peor lugar en el que había estado durante toda mi vida y por desgracia, estaríamos ahí por un buen tiempo.

Dulce venganza #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora