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Traté de concentrarme y pensar qué hacer, no podía quedarme toda la vida lamentándome por Khloe, esa fue su decisión y aunque era triste aceptarlo, ya no había nada que pudiera hacer. El verdadero problema era que Sara estaba en esa cabaña y tenía un plan para, seguramente, acabar con nosotros y debíamos evitarlo, la pregunta era ¿Cómo?

Cuando creí que nada podría ponerse peor, escuché pasos aproximándose hacia la puerta, ya no teníamos tiempo de pensar en un plan, debíamos alejarnos de ahí cuanto antes, no solucionaría nada; sin embargo era lo más inteligente que podíamos hacer si no queríamos que nos mataran.

- Espero que tengas una idea- dijo Preacher alarmado.

- Sí, huir.

Ni siquiera lo pensó, se levantó rápidamente y me tendió una mano, la tomé y me levanté también, sabía que nos habían visto por la ventana y mi idea era pasar desapercibidos, pero ya no importaba, teníamos que huir y perdernos entre los demás estudiantes, así no nos encontrarían y si lo hacían, no podrían hacernos nada, pues estaríamos rodeados de personas y dudaba que quisieran levantar sospechas. Empezamos a correr lo más rápido posible, escuchamos la puerta abrirse y pasos apresurados persiguiéndonos, no miré atrás.

Llegamos a la cafetería, no había tantas personas, aunque sí las suficientes para escondernos, caminamos hasta el fondo y nos sentamos en una de las mesas. A lo lejos vimos a Khloe, quien miraba en todas las direcciones, buscándonos.

Apoyé los codos en la mesa y hundí mi cara en mis manos, en un gesto de frustración.

- Creo que es tiempo de usar el plan B- sugirió Preacher.

Sabía a qué se refería, teníamos que llamar a la policía y mudarnos, eso era lo único que podíamos hacer, Sara, Anibal y Khloe sabían que habíamos escuchado su conversación, eso representaba un peligro mayor.

- Hoy mismo trataré de convencer a mi mamá de mudarnos, tengo suficientes excusas- asentí.

- Yo hablaré con la directora, nos iremos el lunes.

- ¿Nos iremos? – repetí confundida.

- Sí, yo también iré, mi mamá vive allá- respondió con cierta emoción.

Eso explicaba por qué había pedido cuatro boletos, saber que también iría me hacía sentir un poco más segura, se notaba que le emocionaba la idea de volver a Francia, después de todo ¿Quién no querría volver a su país natal? Además si su mamá vivía allá tal vez nos ofreciera una habitación en su casa.

De repente, escuché a alguien llamarme, miré a mi derecha y encontré a mi mamá, se veía preocupadísima, avanzó hacia la mesa donde estábamos y se paró al frente mío. No pude evitar pensar en el secreto que me había ocultado por años.

- Khalleygh, hija, ¿Estás bien? – preguntó ella con una nota de preocupación.

- Hola mamá, sí estoy bien- respondí.

- Dios mío, los profesores me llamaron y vine en cuanto pude, en verdad fue terrible lo que sucedió con los policías.

Permanecí en silencio, no sabía qué decir, quería hacerle muchas preguntas y no sabía por cual empezar o si ese era el momento adecuado. La atención de mi mamá se posó en Preacher, a quien miró con curiosidad.

- Hola ¿Eres amigo de Khalleygh? – le sonrió ella.

- Hola señora Jhearym, sí, mi nombre es Preacher, un gusto- la saludó, también con una sonrisa.

Mi mamá amaba socializar y más si era con mis amigos o compañeros, sus amigos decían que ella era muy tímida en la universidad y la verdad es que no les creo.

Dulce venganza #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora