Nadie puede saberlo

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Oí pasos aproximándose hacia la puerta, rápidamente me alejé y me escondí detrás de un pilar. Escuché la puerta abrirse y cerrarse casi al instante, esperé unos segundos y me asomé para verificar que ya no había nadie, al ver que no, suspiré aliviada, aunque no del todo, pues estaba estupefacta, impactada ¡En shock! No podía creer lo que acababa de escuchar. Si el profesor Anibal me daba mala espina, en ese momento comprobé que no estaba imaginando cosas y en tan solo unos cuantos minutos había descubierto muchas cosas acerca de él y ninguna era buena. 

Narvaez no era su verdadero apellido, era De La Fuente; era buscado por la policía, fue cómplice de una tal Sara, quien escapó de la cárcel hace 2 semanas. En el pasado hizo un trato con ella, en el cual traicionó a su mejor amiga y a una chica que lo ayudó a huir de la cárcel, solo pensar que estuvo en la cárcel me hizo sentir aterrada, y lo peor era que Camila sospechaba que él quería lastimarme, pero ¿Por qué? yo ni siquiera lo conocía y mucho menos había hecho algo en su contra, además ¿Qué la hacía pensar eso? ¿Acaso había algo que yo no sabía? no tenía idea, pero su amenaza había sido tan escalofriante. Todo era tan confuso y algo me decía que corría peligro, no pude evitar sentirme nerviosa y preocupada, toda esa información me había dejado atónita.

Una voz me hizo volver a la realidad:

- ¡Khalleygh! ¿Estás bien? –

Al frente mío estaba Larck, quien tenía sus manos sobre mis hombros y estaba sacudiéndome para tratar de hacerme reaccionar. Se veía preocupado y un poco asustado.

- ¿Eh? – dije sin entender lo que sucedía.

- ¿Qué te pasó? ¡Estás pálida! – exclamó alarmado.

- Yo...

- ¡Parece que hubieras visto un fantasma! Ven, necesitas sentarte y tomar aire- me interrumpió y me llevó hasta una de las bancas.

Me senté y suspiré, el corazón me latía muy rápido.

- ¿Agua? – preguntó, mientras me tendía una botella.

La tomé y le agradecí, luego se sentó a mi lado y me miró con algo de preocupación. Larck siempre se preocupaba por mi bienestar. Cuando me enfermaba y mi mamá salía a trabajar, él iba a casa para cuidarme, incluso una vez discutimos porque yo no quería tomarme una medicina, aunque al final, él ganó.

- ¿Te puedo preguntar qué pasó? –

No sabía qué decirle y contarle lo que había pasado no era una opción, sentía que si se lo contaba lo pondría en peligro y no quería eso.

- Vi una araña y me asusté – le mentí.

- ¿En serio? – preguntó con incredulidad.

- Sí – contesté y mi voz me delató, pues sonó más nerviosa de lo que hubiera querido.

- Te conozco Muriel, a mí no me mientes, algo te pasó –

Ese era el problema con Larck, me conocía tan bien que no le podía mentir o guardar algún secreto, pero tenía que hacer lo posible para evitar contárselo.

- Sí, lo admito, me pasó algo, pero no quiero hablar de eso ¿Bien? –

Pensé que eso haría que no me preguntara más nada, pero fue lo contrario.

- ¿Qué estás ocultando? No me quisiste siquiera contar lo que sucedió en el bosque y ahora te encuentro pálida, creo que a punto de desmayarte ¿y tampoco me dirás que sucedió? Tú bien sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, después de todo siempre nos contamos todo, hasta nuestros más profundos secretos ¿Acaso no confías en mí? -

- No es eso-

- Entonces ¿Qué es? –

- Algo que no puedes saber-

- Pero ¿Por qué? ¿Tan grave es lo que hiciste? ¿Acaso mataste a alguien?  –

- No, no hice nada grave y no maté nadie-

- ¿Y por qué no me lo quieres decir? –

No le respondí, pensé que así se daría cuenta de que yo no quería hablar y se iría, pero no funcionó.

- Khalleygh – dijo ante mi silencio.

Una vez más, lo ignoré.

- ¿Es en serio? ¿Me estás ignorando? ¿Qué te cuesta decirme lo que pasó? No es tan difícil, solo me tienes que decir "Larck, pasó esto" sea lo que sea, no te juzgaré, si eso es lo que te preocupa-

Y ahí fue cuando entendí que no me dejaría tranquila hasta que le dijera la verdad, ni siquiera ignorarlo había funcionado, así que tenía que irme. Me levanté de la banca y traté de alejarme, pero Larck me siguió.

- Khalleygh, por Dios, aunque sea dame una razón para no contarme lo que pasó, tal vez así te entienda- me pidió.

- Porque no pienso ponerte en peligro- le respondí con firmeza.

Él me miró con desconcierto y trató de decir algo, pero me alejé antes de que pudiera completar la frase.

Dulce venganza #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora