Aquella noche, Melanie no pudo dormir pensando en qué era lo que debería hacer. En la tarde, le había contado a Vero lo sucedido y ambas chillaron y rieron por un largo rato. Pero aún entre las dos, no sabían cuál era el siguiente paso a tomar. ¿Debería esperar hasta que Jhon se le acercara o debería ser ella la que nuevamente tomara la iniciativa? No le había comentado nada a Mariana, ya que para ella todavía eran muy chicas para pensar en tener novio y reprobaría lo sucedido. Pero bueno, no era momento de pensar en Mariana, sino en qué hacer con Jhon. ¿Y si le escribía una carta como cuando eran niños? Hasta esperar el momento exacto para poder hablar solos sin ser molestados por otros, sin pensarlo dos veces, se levantó, buscó la linterna que tenía guardada en un cajón y que usaba para leer hasta tarde a escondidas, buscó papel y su estuche de bolígrafos de colores, y escribió: "Jhon, no tengo palabras para explicar la emoción que siento en lo más profundo de mi corazón. Hay tanto que decirnos y me gustaría que nos viéramos en la Verbena del colegio, que será este sábado. Te estaré esperando a las 8pm afuera de la cancha de básquet, con todo el cariño del mundo. Melanie". Listo, había terminado. Volvió a leer la carta y le agregó el dibujo de un papagayo multicolor, pues sabía lo mucho que a Jhon le gustaban esas aves. Sin darse cuenta el tiempo había volado y ya eran las cuatro de la mañana. Tenía que dormir, era muy tarde. Se acostó pensando que aunque solo faltaba un día para el sábado, ese día se le haría eterno. Y sin darse cuenta, se quedó profundamente dormida. A la mañana siguiente, despertó tarde, tan tarde que Vero y Mariana no pudieron esperarla porque también se retrasarían. Así que tuvo que gastar el dinero que le daban para el recreo y tomar el autobús. Subió como pudo ya que estaba atiborrado de gente, casi se pasó de paradero y terminó con el cabello rizado más esponjoso que nunca. Cruzó a lo loco y peligrosamente mortal la pista y fue cuando, a lo lejos, lo vio. Era Jhon. Si corría, lo podría alcanzar y entregarle la carta. Entonces, a toda prisa, sacó el sobre que había guardado en su mochila multicolor y corrió con todas sus fuerzas, como si la vida se le fuera en alcanzarlo. Ya sentía que se quedaba sin aire cuando decidió gritar su nombre, Jhon, y entonces él volteó y al verla se detuvo sorprendido. Ella siguió corriendo hasta llegar hacia donde estaba él, ya sin poder articular una palabra, sudorosa y roja como un tomate por la carrera. Extendió su mano y le entregó la carta. Él la recibió y la guardó con mucho cuidado en el bolsillo de su camisa. Luego, a toda prisa, sacó un tomatodo que siempre llevaba consigo y se lo ofreció para que tomará agua y se recuperara. Entonces oyeron sonar el timbre de la hora de entrada. Melanie le devolvió el tomatodo. Jhon lo guardó como pudo, la tomó delicadamente de la mano y juntos comenzaron a correr rumbo a un nuevo día.
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¿Mi Vida no es color de Rosa?...
Genç Kurgu"Melanie se siente atrapada en la monotonía y aburrimiento de una vida escolar donde no encaja en ningún grupo. A pesar de tener cerca a sus dos mejores amigas de la infancia en la misma escuela, la falta de emoción la sumerge en una profunda insati...