Capítulo 2

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Sábado, 13 de Enero de 2007.

Como si el destino nos estuviera predestinando, a la noche siguiente la volví a ver. Yo traté de impresionarla pero ella me miró despreocupada, me acerqué a ella y la saludé, me devolvió el saludo, le dije que hacía una encantadora noche y que me apetecía probar algo de sangré, ella me miro desconfiada pero sonrió. Le pregunté que tal la caza de esa noche y me respondió que sólo consiguió un elfo como presa pero que no le interesaba, sólo jugó con él, sentí lástima por el pobre desdichado que perdería la vida a manos de Seras. Se acercó a mí y dijo que la anterior noche fui muy explícito en mis sentimientos mientras que esta noche me comportaba de forma más reservada y que tramaba algo. Ella me miró y sonrió maliciosamente, por lo que pude deducir que tenía algo en mente, le pregunté por la naturaleza de sus risas y me dijo que tenía un plan, saqué mis dos armas hechas con plata fundida de la cruz de la catedra de Lanchester, Seras se interesa por mí y dice si quiero entablar una lucha con ella, le respondí que no me apetecía y que si amaba la vida, me respondía que quería divertirse y ver sangré derramada, le respondí que tal vez esa diversión se convierta en agonía, pero ella me responde indiferente, que no teme a la muerte, de repente desenvaina su espada y se dirige a mí con voz alta que ya llegan y que no me entrometiera en su caza, silbó y al momento apareció una preciosa yegua con un pelaje color miel, ella se monto en la yegua y yo le dije si me dejaría por una caza, me respondió tajante que le aburrían nuestras conversaciones filosóficas. Lleno de ira rompo el segundo sello de restricción he invocó a la vestía Cronwell, las devoró sin problemas ya que no eran rivales a mi altura, pero logró saciar mí sed de sangré por esa noche, ella se enfurece y me reprocha el haberle quitados sus presas, yo le respondí que sus presas no tenían dueño, Seras espolea a su yegua y se aleja indignada por haberle quitado sus presas y su diversión, me responde que le sigo aburriendo y se adentra en el oscuro bosque a lomos de su yegua dejándome atrás.
Le dije que esa noche había oído un rumor que una división del Vaticano iría a darme caza, su nombre era Iscariote 13, era un grupo de sacerdotes radicales encargados de los asuntos sucios del Vaticano, especializados en la limpieza y masacre de todo aquello contrarió a sus principios. Durante siglos mí organización rivalizó con ellos por la caza de vampiros, incluso a mí me dio caza uno de sus caballeros, el cual hasta el día de hoy es el único que me ha dado caza y decidí unirme a ese grupo por diversión que supondría limpiar la escoria de mí raza. Seras parece interesada y retrocede, me pregunta por mí organización y que tal vez conocía a mi jefa, la cual era mí ama en aquel momento, me dijo que era otro vampiro dominado pero le respondí que me deje dominar y en cualquier momento podría liberarme, me preguntó si tenía un castillo pero yo era un vampiro vagabundo que perdió todas sus posesiones y tierras en el pasado, el tiempo hacia mella en mí, mí alma se apagaba, la esperanza se agotaba, mí corazón se caía, y al final sólo quedan recuerdos nostálgicos de tiempos mejores. Seras sintió lástima por mí, seguimos por el mismo camino en busca de Iscariote 13 en aquella noche densa que apenas dejaba pasar la luz de la luna.

El diario de Lord AlucardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora