Sábado, 22 de agosto de 2009.
La noche está llegando a su fin, los primeros rayos de sol ya se dejaban ver entre los árboles y para mi desgracia no lográbamos encontrar un maldito refugio. Mientras andábamos pensaba en lo débiles que éramos los vampiros ante la luz del sol, las antiguas leyendas del origen de los vampiros decían que éramos hijos de Erebus, hijo del caos y esposo de la noche; leyendas de tiempos remotos, lo que si era verdad es que el sol no era muy agradable para un no muerto, de sangre fría y piel pálida.
Al fin encontramos un lugar lleno de rocas donde poder al menos resguardarnos, en uno de sus huecos nos refugiamos a la espera de la noche y recuperar mis poderes. En aquellos momentos de necesidad mi instinto me hacia desear la sangre de Seras, quería acercarme a ella y morder su tierno cuello hasta beber la última gota de su sangre dulce y apetecible, pero era capaz de dominarme y calmar la sed. Intenté dormir para descansar pero un extraño sueño se albergó en mi mente, veía a Seras entrando en una extraña cueva, con puertas en su interior doradas, caminado por un largo pasillo oscuro, ella llevaba un vestido de cortesana y en su mano un candelabro que daba luz en aquel lugar, en un momento se paró delante de una puerta, la puerta maciza se abrió lentamente y de repente una gran mano de fuego la arrastró a su interior. Me desperté de aquel extraño sueño, ya casi era de noche y yo me había recuperado casi del todo, Seras no estaba, debería haberme preocupado por su ausencia pero lo más probable es que hubiera ido a cazar algo para alimentarse. Desenvainé mi espada para ver su estado, brillaba como el primer día, forjada de tal manera que se alimentara con la sangre de mis victimas, casi era como yo pero la diferencia es que yo no solo me alimento de sangre sino que también devoro el alma de los infelices que intentan acabar con mi existencia.
Seras llego mientras yo seguía absorto en mis pensamientos, dejó caer al suelo un par de peces grandes, la mire y estaba empapada de agua; sonreí y le pregunte si había pescado los peces a puñetazos, ella me miro furiosa y empezó a desnudarse, distaba mucho la imagen de mi sueño a la que en aquel momento tenia ante mí, una mujer vestida para la guerra con un cuerpo frágil; sacudió su pelo de un lado a otro para secarse, las gotas de agua parecían deleitarse resbalando por sus curvas. Me gire para no incomodarla pero ella se abrazó a mi espalda y se froto melosa como un gato. Me susurro al oído si ya me había recuperado, le respondí que aun necesitaría un poco mas de reposo, ella me miro de forma pícara y paseó uno de sus dedos por mi cuello para susurrarme al oído si no me apetecía un baño en el lago que había encontrado cerca de allí, sonreí y le respondí que si tenia intención de pescarme como a aquello peces que yacían en el suelo, ella volvió a acercase para pregonarme que tipo de cebo necesitaría para pescar una presa como yo. Me aparte cortésmente de su lado y comencé a preparar una hoguera, ella se quedo decepcionada y con ira, sus armas de seducción podrían servir para los humanos pero no para un vampiro noble.
Eche los pese a las llamas para que se hicieran, Seras se estaba vistiendo poco a poco, como si para ella aquello fuera un ritual, cuando terminó, cogió uno de los peces y lo devoró, me miro para saber si yo comería algo pero me levante del suelo y salí a ver la noche que había caído, todo parecía tranquilo y aquella noche la luna no mostraba su cara, era la noche ideal para llegar a nuestro objetivo, aquella misteriosa cueva que me obsesionaba hasta en sueños.
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El diario de Lord Alucard
VampireEsta es mí historia. Desde hace mas de 500 años todos me han conocido como: Vlad Tepes, Vlad Drăculea, Vlad el Empalador, Conde Drakul, Conde Drakula, soberano príncipe de Valaquia, pero en esta ocasión me conocerás como Lord Alucard, rey no vivo, a...