Capitulo 8

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Lunes, 9 de abril de 2007.

Abandone aquel lugar, me dirigí hacia Camelot al encuentro de aquella mujer que me había hechizado. Ardía en deseos de poder probar mis nuevos poderes, parecía un niño pequeño con un juguete nuevo y deseaba que algún iluso se cruzara aquella noche en mí camino para que probara el dolor. Hacía tiempo que no me alimentaba, me apetecía beber sangre aquella maravillosa noche en la que los rayos de luna escapaban de las ramas de los árboles del bosque y llegaban al suelo. Recordaba las noches en las que era un vampiro y luchaba en la batalla por el poder, el suelo teñido de rojo, ríos de sangre y el olor a muerte a mí alrededor mientras escuchaba el silencio del final de una batalla en la que una vez más aniquile a mis enemigos y después los devore; pero aquellos tiempos pasaron, ya no era el frío y sanguinario vampiro que masacraba a humanos solo por diversión, que ridículos me parecían con sus armas y sus armaduras con la vaga esperanza de salir vivos de una guerra para poder contar orgullosos sus méritos y enseñar sus cicatrices, patéticos. Pero hubo uno que logro derrotarme y me enseño el sabor de luchar contra otro vampiro, me dejo con vida si se le podía llamar así, renací como un vampiro exterminador de las ramas podridas del árbol vampírico, pero como todo humano su vida tiene un límite y este murió como solo un gran guerrero o como un cobarde lo haría, en su hogar, me dejo su misión para que algún día los vampiros renacieran como nobles guerrero y no como alimañas del infierno. Algo me alerto y volví a la realidad, olía a sangre y escuchaba el sonido de una lucha no muy lejana, tenia curiosidad por saber quiénes se batían en duelo. Me oculte tras las sombras para observar a un vampiro luchar contra un humano encapuchado, sus movimientos eran gráciles y rápidos, se defendía con una espada con la que estaba haciendo trizas a aquel pobre diablo, mí asombro iba en aumento, quien seria aquel cazador que era capaz de acabar con un vampiro y ni siquiera derramar una gota de su propia sangre. Al fin el cazador atraviesa el corazón y corta la cabeza del vampiro dándole muerte; no tiembla, sujeta firme la espada, su respiración no está alterada y no muestra ninguna compasión por su presa. Me fijo bien para tratar de ver su rostro; limpia la sangre de su espada y la envaina, suspira y se destapa para mí asombro, su suave cabello se mueve con la brisa y su piel blanca reluce en la noche, era Seras. Un sonido delata mí posición y ella lo oye, se acerca sigilosa hacia mí, su mirada furtiva me busca para darme caza, Salí de entre las sombras y me presente ante ella, Seras me miro sorprendida, después emocionada de volverme a ver pero lo oculto tras una máscara de decepción, era demasiado orgullosa como para mostrar aprecio por nadie. Me preguntó qué demonios hacia allí, le respondí que observarla, me dio la espalda y monto en su yegua rápido, recordó que me había dicho que no quería saber nada de mí si no era por una caza interesante, sonreí y le dije que tenía interesantes propuestas, me miro sonriendo maliciosamente proponiéndome vernos la siguiente noche en la taberna de Camelot para que le expusiera mis averiguaciones, acepte y ella se marcho a todo galope, el destino era amable conmigo por cruzar nuestros caminos de nuevo.

El diario de Lord AlucardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora