Capitulo 30

25 3 0
                                    

Viernes, 18 de febrero de 2011.

La noche me pertenecía tanto como la sangre de mis enemigos. Me dirigí sin demora hacia la ciudad donde residía la organización Hellsing, sabía que tardaría al menos tres días, tiempo suficiente para recuperarme y desollar hasta el último de los caza vampiros.

Crucé los bosques con tal velocidad e ira que no me molestaba en esquivar los árboles, los cortaba con mi espada o simplemente los destrozaba convirtiéndolos en astillas y polvo, mi furia no tenía límites, me vi de nuevo renacer como criatura de la noche, jamás tuve tanto apetito de sangre como aquella noche.

En mi camino se cruzó una pequeña aldea, solo la luz de las antorchas la iluminaban, todo permanecía en silencio, en una apacible calma donde sus aldeanos dormían esperando el mañana, la luz que daría comienzo a un nuevo día de sus vidas, pero aquella trágica noche la luz se apagaría para todos los que allí moraban. Fui casa por casa asesinado y bebiendo la sangre de aquellos infelices, no tuve compasión de ninguno, ni mujeres ni de niños. Saboreé cada gota de sangre como si de un buen vino se tratara, me deleité con el miedo reflejado en el rostro de cada una de mis víctimas, mientras el silencio era mi cómplice y la sombra mi única compañera.

Tras alimentarme proseguí mi objetivo, hasta que llegué a un extenso lago que la niebla cubría, tuve que bordear toda la orilla, me llevó casi toda la noche y tuve que refugiarme en lo alto de unas montañas heladas, cubiertas por la nieve y el hielo, el frío no me afectaba así que no tuve problemas de ocultarme allí de la luz del sol.

En aquella desolada grieta esperé a la noche, mientras los recuerdos del pasado me visitaban; recordé la primera vez que cazé a un humano, era apenas un crío cuando mi padre me llevó una noche para que despertara mi naturaleza, para que descubriera los placeres de beber la sangre caliente mientras los latidos del corazón de la víctima la aproximaban a la muerte como un reloj que se queda sin cuerda y su cuerpo se retorcía hasta quedar sin fuerzas.

El día transcurría lentamente mientras mis recuerdos se entrelazaban con mis sueños, y recordé cuando asesiné a mi padre, como sus ojos de sorpresa y rabia me miraban cuando atravesaba con mi espada su corazón, no pude aguantar su mirada y corté su cabeza para luego echarla al fuego, pero algo cambió en mi sueño y al mirar la cabeza me di cuenta que era la de Seras; sobresaltado me desperté , aún era de día y quedaban algunas horas para la noche, de nuevo Seras estaba en mis pensamientos. Aquella maldita humana no me dejaba tranquilo ni siquiera en sueños, me pregunté donde se encontraría en aquellos momentos, si volvería a ser una caza vampiros o si se convertiría en una renegada o incluso en una furcia del demonio, aunque todo aquello me daba igual, su destino no me pertenecía y la noche volvió a abrirse ante mí, como la única espectadora de aquella historia.

El diario de Lord AlucardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora