Miércoles, 19 de mayo de 2010.
A traves de la ventana se filtraban pequeños rayos de sol que podían iluminar el interior de aquel lugar, el amanecer estaba cerca y el día reclamaba su merecido trono después de aquella larga noche, en aquel sitio estaba bien resguardado, el sol no podría encontrarme entre las sombras del ruinoso castillo, las ventanas envejecidas y cubiertas de polvo por el paso de los años. El castillo me proporcionaban un merecido descanso.
Seras no aguantaba más, deseaba salir y festejar su victoria, su supervivencia y después de largo tiempo había vuelto a ser una caza-vampiros; recorrió el castillo en busca de algo que ponerse, su atuendo no era el apropiado para volver a la ciudad; logró encontrar algunas viejas prendas que no le favorecían pero a ella eso le daba igual, bajó por las escaleras y se encontró la espada de Metzger, aquella que reusó utilizar contra mí y que tiró a mis pies, Seras la cogió con ambas manos, la observó detenidamente como su filo reflejaba su rostro y su mirada adquiría un tinte de orgullo macabro rememorando su hazaña, envainó la espada y la ató a su cinto. Se dirigió ante mí y con aptitud burlona dijo que ya sabría donde encontrarla a la noche, en la taberna más ruidosa de toda la ciudad, me guiñó un ojo y salió del castillo despreocupada, parecía que había renacido su espíritu guerrero.
Yo por el contrario permanecí allí a la espera de la noche sin más compañía que el silencio y las palabras de mi pensamiento, pero algo alteró mi descanso, de repente un objeto rompió una de las ventanas, tras esperar un instante algún ataque no sucedió nada, me acerqué hacia el objeto y vi que se trataba de una especie de pergamino enrollado. Lo recogí del suelo y pude ver en el centro el sello inconfundible de la organización Hellsing, desenrollé el pergamino y me dispuse a leer el mensaje que indudablemente me afectaría a mí, sus palabras eran claras: "Lord Alucard, como caballero de la orden de Hellsing tienes el deber de rendir tributo a tu organización, decidisteis desertar como soldado y exiliarte, sabes el castigo que conlleva dichos actos, por ello se te concede la posibilidad de presentarte ante un tribunal y exponer las causas que motivaron la ruptura de tu juramento, tienes tres días para prestar tu presencia, de lo contrario serás buscado, atacado y aniquilado sin ninguna compasión". Tras aquella lectura una preocupación se añadiría a mis pensamientos, estaba claro que mi deserción no les había causado agrado y menos si era de su soldado más productivo, sabía que presentar ante aquel tribunal no acabaría con mis problemas y que sería más entretenido ver como enviaban a su ejército, poder enfrentarme contra adversarios de mi nivel hasta que al final desistieran de su empeño por hacerme entrar en razón o hasta que acabaran con mi existencia.
El día transcurrió sin ningún acontecimiento, cuando la capa de la noche oculta el cielo, pude salir a buscar a la caza-vampiros. Solo tuve que atravesar un par de calles de la ciudad cuando el ruido de una de las tabernas me llamó la atención, una risa alocada y despreocupada de mujer se mezclaba entre música, voces y jarras de hidromiel, la bebida favorita de Seras. Entré en aquella barraca llena de borrachos y mujeres de buena vida, en el suelo yacían varios hombres que sucumbieron a la embriaguez o al firme puñetazo de la dama que avivaba aquella fiesta, Seras, que al verme llamó la atención de los asistentes y con palabras algo confusas dijo: "Aquel es mi amigo... al que sea capaz de dejarle sin sentido de un puñetazo le concederé una noche conmigo"; después de aquello rió y los pobres infelices que se atrevieron a atacar, acabaron besando el suelo y pasando la noche en compañía del Dios Morfeo. Tras aquello la fiesta acabó, Serascogió su espada y con mirada desafiante salió por la puerta.
Un vez en la calle, se paró en seco y preguntó en voz alta: "Y ahora que desafío nos aguarda, todavía me queda media alma y pienso desgastarla antes de ir al maldito infierno", no pude evitar reírme, saqué el pergamino que había recibido y se lo lancé, ella lo abrió y comenzó a leer, cuando acabó de comprender el mensaje una sonrisa sádica iluminaba su cara y prosiguió con paso decidido al encuentro de más desafíos, aceptando el reto de enfrentarse contra la organización. En mi interior me alegré de su decisión pero una parte de mí, temía las consecuencias de estar a mi lado.
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El diario de Lord Alucard
VampireEsta es mí historia. Desde hace mas de 500 años todos me han conocido como: Vlad Tepes, Vlad Drăculea, Vlad el Empalador, Conde Drakul, Conde Drakula, soberano príncipe de Valaquia, pero en esta ocasión me conocerás como Lord Alucard, rey no vivo, a...