Capitulo 7

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Domingo, 8 de abril de 2007.

Tras varios días divagando entre las sombras decidí ampliar mis poderes, tuve que salir de Camelot y dirigirme a la mayor biblioteca que existía sobre la faz de la tierra, para leer todos aquellos libros era necesario tener una vida inmortal. Aquel lugar estaba apartado de los humanos, dentro de sus muros se encontraban los conocimientos sobre magia más poderosas que se pudieran imaginar. Me encamine hacia el sur, el camino era largo, tenebroso y ocultaba trampas para los más osados.

Tras tres días de camino llegue, unos grandes muros rodeaban aquel lugar, sus puertas de acero se elevaban ante mis ojos, la niebla dificultaba ver donde terminaban sus muros, ningún ejército podría penetrar allí, solo conseguirían morir lentamente. Llegue a la puerta principal y como era costumbre deberías traer un libro único al lugar, una pequeña puerta se abrió, una voz ronca me pregunto nombre, motivo de la visita y tributo a entregar como pase, respondí pausadamente, Lord Alucard... Ampliar conocimientos, saque el libro y se lo entregue, cerró la puerta de golpe ahora tendría que esperar algo de tiempo para saber si se me concede el privilegio de entrar o simplemente sería rechazado.

Pasaron cuatro noches en las que espere pacientemente la respuesta ante aquellas puertas impenetrables, el sol no me afectaba, la niebla era tan densa que ni el sol era tan necio como para malgastar su tiempo en atravesarla, todo a mí alrededor era tierra, piedras y niebla. Entonces se abrieron las puertas ante mí, resonaron como si las mismas puertas del infierno se abrieran, hacia siglos que nadie visitaba el lugar, me esperaba una figura de aspecto humano con una antorcha al otro lado, sería mí guía y también mí guardia durante mí estancia. Los que llevaban aquella biblioteca que carecía de nombre o que fue borrado tras siglos de reclusión en la oscuridad, su aspecto parecía humano, existían desde que la escritura se invento, en aquellos tiempos en que los libros eran símbolo del poder, si pensáis que la escritura la inventaron los seres humanos estabais equivocados, ellos existían antes de que la raza humana existiera, su raza no tiene nombre, hablaban cualquier idioma pero no practicaban mucho, el silencio dominaba aquel lugar iluminado con esferas de luz fruto de la magia, las antorchas seria peligrosas en aquel lugar y había que preservar aquel tesoro de papel y tinta.

Recorrimos varios pasillos hasta llegar al centro de aquel sitio, ante mí se mostraban hileras de estanterías llenas de libros y alguna que otra sombra que las cruzaba. Llegamos a la recepción donde debería preguntar sobre los libros que deseaba consultar. Le entregue una lista de 5 libros que deseaba estudiar, "Las puertas demoníacas en la tierra", "Invocación de espíritus purgadores", "Razas extrañas", "Símbolos de poder y extinciones" y por ultimo "Los conjuros definitivos". Amablemente acepto mis peticiones y me guió hacia cada uno de ellos, con ellos en mis manos fui a la sala de lectura, como era evidente de aquel lugar no podría salir ningún libro, eran más valiosos que la propia vida.

Entre aquellos muros estuve un mes, leyendo, descifrando y estudiando cada libro. De cada libro saque varios conocimientos; unas puertas de oro que se ocultaban en una cueva remota y que albergaba un demonio poderoso; la invocación de las almas caídas por mí espada; las razas más extrañas y poderosas; añadí algún símbolo de poder a mis sellos invocadores y por último el conjuro contra venenos de origen demoníaco.

Tras haberlos estudiado me fui de aquel lugar en busca de Camelot y de aquella humana que había hecho mella en mi corazón.


El diario de Lord AlucardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora