XII. LA MALDICIÓN DE VECNA

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-Sé que me estáis mirando - dijo Max.

Nosotros lo negamos y tratamos de disimular que hacíamos algo con nuestra vida. Pillé una revista y me puse a mirarla con fingido interés, pero sin leerla realmente. Max suspiró.

-¿Esperáis que clavándome la mirada en la nuca me protegeréis de Vecna? No lo creo.

Se levantó y se acercó a nosotros con unos sobres en la mano.

-Ya podéis mirarme - dijo, y nosotros dejamos de fingir.

Me tendió uno de los sobres, y luego otro a Dustin, otro a Steve y otro a Lucas. Me dio luego otros tres.

-Dale estas a Mike, a Ce y a Will - me pidió.

-Claro, pero…

-Eh, ¿qué haces? ¡No, para! - Max me interrumpió mirando a Dustin, que trataba de abrir el sobre -. No es para hora. No la abras.

-¿Qué es esto? - pregunté.

-Es, um… por seguridad. Para después. Por si las cosas no salen bien.

-Espera, eh, Max, las cosas se van a arreglar - rebatió Lucas.

-¡No! No, no quiero que me consueles ahora y me digas que todo se va a arreglar. Porque es lo que me ha dicho la gente toda la vida y casi nunca es verdad. Nunca es verdad. Y cómo no, este cabrón va y me maldice. Debí imaginarlo…

Se formó un silencio. Me levanté de mí sitio y, aún con mi carta en la mano, abracé a Max. Ella lo aceptó, aunque no me abrazó de vuelta. Estaba completamente tensa.

No dije nada, ni siquiera cuando nos separamos, momento en que planté un beso en su mejilla. Ella hizo un intento de sonrisa y se acercó a la mesa en la que estaba el walkie; lo cogió.

-Si vamos al este de Hawkins, ¿esto alcanzará Pennhurst?

-Por supuesto - aseguró Dustin.

-Espera, espera, ¿por qué hay que ir al este de Hawkins? - preguntó Steve. No hizo falta que nadie respondiera -. No, no. No. ¡No!

Por mucho que Steve trató de negarse, Max cogió sus mochila y salió. Steve la siguió corriendo, y nosotros tres fuimos detrás.

-Max, Max, va en serio - insistió Steve. Ya habíamos salido de la casa -. No es broma. Mira, no voy a llevarte hasta allí.

-Steve, si crees que voy a pasar lo que podría ser el resto de mi vida en el cuchitril del sótano de Mike, lo llevas claro. Así que, o me lleváis a dónde os diga, o tendrás que atarme, que técnicamente es secuestro de una menor. Y como sobreviva a esto, Steve, te juro por Dios que te denuncio - llegamos al coche. Max intentó abrir la puerta, pero estaba cerrado. Miró a Steve, que se puso delante de ella -. Abre la puerta.

-Eh, no - respondió él.

-Conozco a un abogado.

-Steve, vamos - intervine -. Correrá el mismo peligro aquí que allí, qué más da.

Steve suspiró y sacó las llaves del coche, negando con la cabeza.

-Henderson, ese superwalkie talkie, más vale que alcance Pennhurst.

Subimos al coche. Primero, llevamos a Max a su casa.

-Vale, date prisa, Mayfield - le dijo, aparcando.

-Veinte segundos - aseguró Max.

Bajó del coche y poco después entró en la casa.

-Ese trasto tiene pila, ¿no? - preguntó Steve, refiriéndose al walkie que llevaba Dustin.

Stranger Things // La Tercera de los Hermanos ByersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora