IV. DART

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La única persona que quedaba despierta en casa era mamá, sentada en el sofá leyendo un libro con la escasa luz de una lamparita, casi con certeza esperando mi llegada. O tal vez también la de Jonathan.

-T/n, cariño - saludó, levantándose para ayudarme a quitarme el abrigo.

-Hola ma - sonreí.

-Has vuelto antes de la hora. ¿Ha pasado algo?

-Steve y Nancy discutieron, nada más.

-Son cosas que pasan entre parejas… En fin, corre a ponerte el pijama y a lavarte los dientes, que ya hace mucho que deberías estar durmiendo.

Solté una carcajada lo más silenciosa que pude ante eso. Ella me imitó y me acarició el pelo. Aunque ya era mayor para decidir por mi misma, le hice caso, pues a la mañana siguiente tendría que despertarme temprano para ir a clase y valía más estar algo descansada.

A la mañana siguiente me despertaron las voces de toda la familia, y sus pasos corriendo de un lado a otro de la casa. Me duché, me vestí, me arreglé y salí para desayunar. Ya era algo tarde, pero todavía había tiempo.

-Buenos días - saludé.

-Buenas días, dormilona - dijo Jonathan -. ¿Tostadas?

-Por favor - vi a Will en la puerta preparándose para ir a clase -. ¿Ya te vas, campeón?

Él no respondió y miró hacia otro lado, molesto. Sentí una punzada de dolor en el corazón y de pronto las tostadas que me servía Jonathan no se me hacían nada apetecibles.

-Will… ¿es por lo de ayer?

Siguió sin responder. Suspiré y di un bocado a una de las tostadas de mala gana. Ni siquiera me había dado cuenta de que no tenían mantequilla, así que hice una mueca de desagrado y la tiré de nuevo dentro del plato.

El pequeño salió de casa tras despedirse de Jonathan, pero no de mí.

-¿Quién lo lleva? - pregunté, untando la mantequilla.

-Bob.

-¿Mamá ya se ha ido?

-Sí. ¿Estás bien?

-Sí…, ¿por qué preguntas?

-Llevas 30 segundos restregando el mismo trozo de mantequilla en la misma porción de rebanada.

Me di cuenta de que era cierto, así que dejé las cosas sobre el plato.

-Lo siento.

-¿Qué te pasa? ¿Es por algo de lo de ayer?

-Es por Will… creo que me odia.

-Pero qué dices, cómo te va a odiar.

-Ayer se enfadó conmigo porque dije que ellos eran demasiado pequeños para mí, que no podía estar siempre con ellos, o algo así. Se enfadó tanto que dejó de pintar y se encerró en su habitación. Y esta mañana, ya lo has visto, ¡ni siquiera se ha dignado a mirarme!

-Se le pasará. Él te quiere, igual que tú a él. Eres su hermana mayor y nada puede cambiar eso.

-Ya…

-Venga, te echo la mantequilla y desayunas rápido, hay que ir a clase.

Asentí, lejos ya de allí. Por primera vez en varias semanas, pensé en Ce. Realmente pensaba en ella muchas veces, pero en aquel momento sentí la necesidad de abrazarla de nuevo y acariciar su cabeza con tan poco pelo, mientras ella repetía palabras que no sabía conectar. Me limpié la lágrima antes de que pudiera salir del ojo y me comí, al fin, las putas tostadas.

Las clases transcurrieron con total normalidad, incluso salí algo antes por que teníamos algunas horas libres - una de nuestras profesoras no había podido venir.

Fue justo al salir cuando el walkie, que siempre llevaba conmigo por si ocurría algo, sobre todo después de todo lo de la desaparición de Will, empezó a emitir sonidos. Calculé que debían estar en uno de los descansos.

-Aquí T/n - dije -. ¿Pasa algo?

-Tienes que venir a nuestro colegio - pidió Dustin -. Quiero enseñarte algo.

-¿Ahora? No podemos esperar a…

-¡Corre!

Suspiré y volví a guardar el aparato. Corrí a buscar a Jonathan y le pedí que me llevase a mi antiguo colegio, al que mi hermano seguía yendo con sus amigos.

-¿Para qué? - preguntó.

-Ni idea. Dustin dice que quiere ensañarme algo, pero… - me encogí de hombros.

Will esperaba en la entrada del edificio para guiarme a dónde los demás estaban. No nos saludamos, solo empezamos a andar, yo con un nudo en la garganta y él en completo silencio.

-Oye, Will - empecé -. Siento mucho lo que dije ayer, no quería herir tus sentimientos. Sabes que siempre me gustará jugar con vosotros, da igual lo mayor que sea.

Él se detuvo y me miró por un largo rato, como planteándose si perdonarme o no. Al final, sonrió.

-Te perdono - dijo, y yo sentí que el corazón volvía a latir, como si por un momento las pulsaciones se hubieran parado -. Pero solo porque eres mi hermana y porque ellos todavía te consideran parte del grupo.

Aquello me sentó como una bofetada ante el alivio inicial, como una brisa fresca en verano que de repente se convierte en un viento salvaje. No me perdonaba él, sino los demás y nuestra relación de sangre. Hice una mueca que pretendía ser una sonrisa y asentí. "Se le pasará".

Cuando llegué a dónde estaban, me los encontré rodeando una mesa. Encima había una caja, y la mirada de todos había estado puesta en lo que fuera que había dentro hasta que yo entré, cuando todas las miradas se posaron en mí.

Descubrí entre las caras amigas una nueva, la de una chica pelirroja de ojos azules con expresión seria y perpleja.

-Debes de ser Max - saludé, estirando la mano hasta ella -. Soy T/n. La hermana de Will.

-Encantada - respondió, estrechándome la mano -. No sabía que hubiera otra chica en el grupo.

-Tranquila, no vas a tener que lidiar sola con esta panda de idiotas - bromeé.

Ella se rió, y ellos exclamaron con indignación.

-¿Qué hay en la caja? - pregunté.

-Es lo que te queríamos enseñar - explicó Dustin -. Mira.

Me acerqué. Allí había un bicho biscoso y asqueroso que no podía traer nada bueno. Contuve una arcada mientras Dustin lo sacaba de la caja.

-Se llama D'Artagnan - explicó -. Es mono, ¿eh?

-Adorablemente asqueroso - susurré.

-Te he oído - dijo, ofendido.

-¿D'Artagnan? - Mike repitió el nombre de lo que fuera eso.

-Dart es el diminutivo - aclaró Dustin.

-Ya, ¿y estaba en tu basura? - preguntó Max.

-Buscando comida.

-Qué asco - dije.

-Oye - exclamó Dustin -. ¿Quieres cogerlo?

-¡No, no!

Me negué, pero aún así me lo puso sobre las manos. Rápidamente se lo pasé a Max expresando mi desagrado por aquella textura viscosa, y ella a Lucas, así hasta que todos lo hubimos tocado.

-¿Qué es? - preguntó Mike, observándolo de demasiado cerca, en mi opinión.

-Eso mismo digo yo - respondió Dustin.

Hice una mueca de asco. Aquel bicho no era normal. Igual era la sensación de que hacía casi un año de todo, pero había algo en todo aquello que no me daba buena espina. Y el pequeño Dart parecía tener la culpa de ese malestar.




Parece que desde que empecé a publicar seguido tengo más lectores. Siempre se agradece♡

Stranger Things // La Tercera de los Hermanos ByersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora