XIX. EL PORTAL

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Ya era de noche cuando llegamos al lago. Allí frenamos y nos quedamos mirando el agua, sin saber muy bien qué estaba pasando y por qué la brújula de Dustin nos había guiado hasta allí. Nadie parecía acordarse de lo que había pasado con Eddie y conmigo, o al menos hacían como que no les importaba.

-El lago Lovers - anunció Robin.

-Estoy… confundido - dijo Dustin.

-¿El portal está en el lago Lovers? - preguntó Max.

-Cuando el Demogorgon atacaba, siempre dejaba una apertura - explicó Nance. Me miró. Las dos habíamos entrado por una años atrás -. Puede que con Vecna sea igual.

-Solo hay una forma de saberlo - indicó Steve.

Por fortuna, la barca que Eddie había utilizado para huir seguía en la orilla. Steve y él la empujaron, trabajando en equipo, sin malos rollos, cosa que me sorprendió. ¿Qué pasa, lo había soñado todo o qué?

Robin, Eddie y Nancy subieron. Eddie me dio la mano para ayudarme a subir, pero Steve nos frenó.

-Quédate con Max - dijo -. Puede que necesites los cascos.

-Steve, por favor, déjame ir.

-No quiero que te pase nada.

-Vamos, déjala - intervino Robin -. Es rápido, comprobamos que hay portal y se vuelve. A Vecna no le da tiempo ni a parpadear. Si es que esa cosa parpadea.

Steve suspiró y, sin que Eddie me soltase la mano, me dio la otra para ayudarme a subir. Una vez los cuatro estuvimos en la balsa, Dustin se acercó para subir.

-Eh, eh, ¿quieres hundirnos? - lo frenó Eddie -. Esto solo puede con cuatro, como mucho, ¿vale?

-Es mejor así - coincidió Nancy -. Vosotros quedaos con Max. Y no os metáis en líos.

-¡Eso vosotros! - protestó Dustin -. ¿Qué pasa con T/n?

-Vuelvo en seguida - dije -. No tardo nada, no vaya a ser que me echéis de menos.

-¡Pero la teoría del portal es mía!

-Ya has oído a Nancy - dijo Robin.

-¿Quién la ha puesto al mando?

-Yo.

-La brújula - pidió Nancy, extendiendo el brazo hacia Dustin.

Él se la pasó de mala gana. Steve le lanzó la mochila, empujó la barca al agua y saltó dentro.

-¡Has dicho cuatro! - exclamó Dustin, indignado, mientras nos alejábamos.

-Lo siento - susurró Steve como respuesta.

-A la cama a las nueve, niños - se burló Robin. Se levantó y comenzó a saludar con la mano -. ¡Ya os echo de menos!

-Robin, para - reí.

Ella rio también, volviéndose a sentar. Steve y Eddie sonreían, quizá por Robin, quizá por verme reír a mí.

Robin y Eddie se pusieron a remar, hasta que Nancy, que llevaba la brújula, los hizo parar. La aguja daba vueltas sin parar.

-Guau - soltó Steve.

-¿Tíos, qué ha pasado? - preguntó Dustin a través del walkie -. Vamos, decidnos qué ha pasado.

-Eh, Dustin… tu brújula ha pasado de chalada a chalada y media… - respondió Robin.

Steve empezó a quitarse los calcetines.

-¿Qué haces? - pregunté.

-Alguien tiene que bajar a ver lo que pasa - aseguró -. A menos que alguien me supere como cocapitán de natación del instituto y mis tres años como socorrista, bajo yo y no quiero quejas, ¿vale? - se puso en pie.

Stranger Things // La Tercera de los Hermanos ByersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora