VII. VUELTA A EMPEZAR

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A la mañana siguiente me desperté antes que mis hermanos. Bajé a tomar un desayuno rápido - mamá y Murray ya estaban despiertos -, me preparé y acabé de hacer la maleta que había dejado a medias la noche anterior.

Antes de bajar con todo listo, entré con cuidado en las habitaciones de mis hermanos para darles un beso de despedida. Ninguno de ellos advirtió mi presencia. Querría haberme despedido en condiciones, pero lo ocurrido el día anterior los había dejado a todos agotados.

-¿Él también viene? - pregunté, señalando a Murray mientras caminaba hacia el coche en el que mamá terminaba de cargar unas cosas.

-Voy a acompañaros hasta allí - respondió él -. Para que tu madre no tenga que esperar sola después.

-Ah ya.

En todo ese asunto del viaje inesperado a Alaska, había algo que me olía muy mal. Uno de los dos mentía, pero, ¿por qué? No creía que fueran a hacer nada ilegal, y, de todos modos…

-Cariño, trae la maleta, déjala aquí - dijo mamá, sacándome de mis pensamientos.

La llevé hasta el maletero y la metí allí junto con algunas otras bolsas de viaje.

El viaje era corto, pero se hizo un poco largo porque nadie hablaba. Yo miraba por la ventanilla, nerviosa por volver a casa.

Al llegar al aeropuerto y hacer las comprobaciones necesarias de ticket y equipaje, esperamos juntos a que saliera mi vuelo, que era el primero. Cuando al fin lo anunciaron, miré a mi madre emocionada.

-¡Es el mío!

-Corre, no lo pierdas.

-Te quiero - la abracé.

-Y yo - me dio un beso en la cabeza.

-Me voy. Vuelvo a casa - reí, y me alejé casi corriendo.

-¡Pásalo bien!

Durante el viaje en avión, seguí mirando por la ventanilla. Solo que ahora no veía el paisaje de Lenora, sino el cielo de primavera, hermoso y misterioso. Y, al aterrizar, me di cuenta de que estaba muy nerviosa por volver a verlos a todos.

Esperé con toda la paciencia que fui capaz de reunir a que apareciera mi maleta, y en cuanto la divisé entre las demás me lancé a por ella. Traté de no correr demasiado, pero, al verlos allí de pie, esperándome y saludando, me fue imposible no lanzarme.

Mi intención era correr a su encuentro, pero Robin se adelantó y casi me tira al suelo del entusiasmo con el que se lanzó a mis brazos.

-¡Rob! - exclamé.

-¡T/n! ¡Te eché de menos, muchísimo!

-Sí, pero ya estoy aquí.

-¡Tengo que hablarte de Vicky!

-¿Quién?

-¡Ya verás!

Me dio un par de besos en las mejillas y se apartó. Más que nada porque Steve tiró de ella, que si no probablemente habría seguido todo el día pegada a mí.

-Hola, preciosa - saludó él.

-Hola...

Sonreí y le di un beso. Largo, muy largo, que era lo que ambos necesitábamos, y nos abrazamos con fuerza. Era genial volver a abrazarlo.

-Te echaba de menos - admitió.

-Y yo - desvié la mirada hacia Dustin y Max -. Hola, chicos. ¿Y mi abrazo?

Ellos vinieron hasta mí con una sonrisa y nos fundimos los tres en un abrazo grupal. En seguida pude notar que sus caras se habían ensombrecido. Fui obligada a borrar mi propia sonrisa.

Stranger Things // La Tercera de los Hermanos ByersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora