Capítulo 14

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Era sábado.

Decidí salir a correr un poco para aclararme la ideas.

Cogí mi ropa de hacer deporte, me la pusé, me aseé, me recogí el pelo en una trenza y salí de mi casa.

Empecé a correr y me fui dirigiendo a un parque enorme que había en la ciudad. Allí podría recorrer varios metros.

La cabeza no paraba de darme vueltas.

La persona misteriosa que se ha hecho pasar por Rubén no ha dado señales de vida desde que envié aquel mensaje. Era muy raro. Decía que iba a estar en la fiesta y luego no recibo ningún mensaje del "intruso". Extraño.

Tal vez, está ocupado. O le ha pasado algo...

Dejémoslo de momento. Tampoco es que me apetezca tratar con ese tipo de personas.

Ya había llegado al parque.

Y al mismo tiempo que entraba me puse a pensar en otra cosa.

Nick.

Nick estaba aún en el hospital. La doctora me llamó diciendo que se había golpeado en la cabeza y tendría que recuperarse. Según ella, es lo mejor para que así evitemos daños.

Habían llamado a sus padres -cosa que no entiendo. ¿Cómo consiguieron contactar con ellos? Maniobras.- y le habían visitado. Lo mismo iba a hacer yo esa tarde. Me daba pena no ir a visitarlo.

Por otra parte me acordé de Rubén.

Me llevó a casa y me despedí de él con un beso. Me lo pasé bien a no ser de la parte de la terraza y el hospital que ya todos conocemos. Fue una noche entretenida e interesante. Como una montaña rusa.

No sé qué relación tenemos. No somos novios. Sin embargo, lo parecemos.
Es una mezcla rara.

De repente me vino a la cabeza todo esos momentos juntos. En clase de jiu jitsu luchando, en la comunión, en la fiesta... Y para no faltar, la chica desconocida. La provicativa, sí.

¿Su ex?

Puede.

¿Su hermana?

No sé yo, mucho contraste. No se parecen en nada.

¿Su novia?

No puede ser. Está liado conmigo.

Pero todos mis pensamientos se esfumaron como si soplarás el polvo y se quedará sin nada, limpio y en blanco en el caso de mi mente.

Una mano se había apoyado en mi hombro. Era cálida y tenía un tamaño perfecto. Me resultaba muy familiar. Sin duda, parecida a la de alguien que conocía ya muy bien.

Las casualidades son cosas del destino.

Confirmamos.

Miré la mano y subiendo la mirada me encontré con esos ojos, ese pelo despeinado y esa sonrisa tan bonita.

No me di cuenta de que había parado de correr y estaba en el sitio quieta sin moverme ni un centímetro jadeando.

-Ey, hola -conseguí murmurar.

No se por qué parecía tan vergonzosa cuando, hace sólo unas horas, estaba con él aprovechando cada segundo. Besándonos intensamente y sin que nadie nos interrumpiera, en su coche, encima de su regazo, sus manos en mi espalda desnudas...

-Hola Sandra -dijo Rubén con una sonrisa devolviendome a la realidad-. ¿Has venido a correr?

Yo le dediqué una sonrisa y asintí con la cabeza.

Lucha conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora