Capítulo 16

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Hoy me tocaba clase de jiu jitsu.

Y como la profesora había atrasado la clase un poco más tarde, decidimos irnos mis amigas y yo andando hasta el polideportivo.

Yo obviamente, les conté todas las novedades al frente.
Lo de Rubén, lo de Nick...y demás.

—Tía, ¡qué fuerte! —dijo Paula.

—¡Cuántas cosas! Esto parece una película —añadió Aitana.

—Sí, sí.

—Necesito saber quién se está haciendo pasar por Rubén —dije pensativa.

—Sabes que estamos aquí, si necesitas ayuda, ya sabes —dijo Paula.

—Eso, eso —aclaró Aitana.

—Gracias, chicas —dije cabizbaja.

La verdad es que lo del último mensaje me puso muy tensa.
Tenía muchos pensamientos y estaba muy preocupada.
No había vuelto a saber nada más desde que lo bloqueé.

—Ánimo, Enola Holmes —dijo Aitana.

No pude evitar soltar una risilla.

—¿Tienes ya algún sospechoso?

—No lo había pensado, Aitana.

—Todos son sospechosos, recuerda —dijo Paula.

—¿Y vosotras qué?

—¿Vas a desconfiar de nosotras?

—Eh...no.

Paula me guiñó un ojo.

Seguíamos nuestra ruta en silencio y ya estábamos cerca de allí.

Noté como Aitana me daba un codazo.

Y me di cuenta de que estaban las dos con la cabeza girada hacia el mismo lado y observando algo sin siquiera pestañear.

—Ey, ¿qué os pasa? —les pregunté enarcando una ceja.

—Tía, mira —y Aitana me giró la cabeza hacia la otra acera de la calle hasta que pude ver a una figura humana.

Era un joven de nuestra edad. De estatura mediana y lucía su cabello  rubio.

Encantadoramente rubio.

El poder de los rubios.

Seguro que tendría los ojos claros.

Estaba mirando su móvil mientras caminaba y llevaba ropa de deporte junto a una mochila.

Ya era una más junto a las dos embobadas que tenía al lado.

Dios, no debería estar nada mal.

Uf, ¿pero qué decía yo?

Quien nos viese, pensaría que estamos locas.

Sin embargo, nos devolvió él mismo a la realidad cuando se giró y accidentalmente nuestras miradas se cruzaron.

Sí, a mis ojos concretamente.

No podía quejarme.

Intenté disimularlo mirando hacia otro lado y pude ver que esbozaba una sonrisita de lado mientras volvía a girar la cabeza.

—Ostia, ¿habéis visto eso? —preguntó incrédula Aitana.

—Sí. Tía, es un dios griego —dijo Paula en una nube.

—Sí, eso estaba bastante claro...pero me refería a otra cosa.

—¿Eh?¿El qué?

—Que nuestra amiguita ha vuelto a ligar una vez más.

Lucha conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora