Capítulo 9

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Era sábado, y tenía la comunión de un primo. Uno de los cuales me llevaba súper bien, me hacía mucha ilusión ir. Tenía ganas de ir a alguna celebración de parte de familia, ya que, últimamente no había habido ninguna.

Cuando iba en los asientos de atrás del coche miraba por la ventana divisando aquella finca.

Aquella gran finca, mejor dicho.

Había mucha gente, cosa que no me gustaba mucho, pero bueno.

Al entrar vi lo bonito que estaba el lugar, habían camareros con bandejas de pinchitos, grupos de gente hablando,...

Pero yo me fui con mis primos. Nos lo pasábamos bien hablando y haciendo tonterías.

Hasta que se cagó el momento.

Él cagó el momento.

¿Qué hacía allí?

Se acercó hacia nosotros y yo intenté disimular tapándome la cara un poco con la palma de la mano pero ya era tarde.

Me había visto.

-Hola Sandra -dijo Nick con la maldita sonrisa malévola que me sacaba de quicio.

-Hola, Nick -le respondí con el intento de poner los ojos en blanco- ¿Qué haces aquí?

-Estás muy guapa -ignoró mi pregunta por completo- ¿Os la puedo robar un momento? -dijo él llamando la atención de mis primos.

Ellos asistieron con la cabeza y riéndose.

-¿Vamos a dar un paseo?

Qué señorial.

-Vale -dije yo.

Mientras nos alejábamos de allí me conducía por una parte trasera de la finca, donde no había nadie, solo un camino de piedra ancho y a los lados, unas tiras de gravillas.

-Es la primera que vez que conocemos nuestras voces y nos vemos así, ¿qué te pasó el otro día?

-¿El qué? -mentí.

Intentaba buscar una excusa.

-El otro día no me saludaste.

Qué pesado, joder.

¿No decía que daba igual?

-Ah, no sé. Llevaba prisa. Tenía que hablar con una amiga urgente.

-Ya veo -dijo-. Oye, no tengas vergüenza por saludarme...

¿Pero y este quién se ha creído?

¿Me había dicho eso de verdad?

-Ni tu tampoco, yo te saludé -le contesté poniendo morritos.

Vi la rabia en sus ojos.

En el punto blanco...

Ja.

-Yo sí que te saludé...

Qué mentiroso por favor.

Me reí por lo bajini haciendo un ruidito.

Pero enseguida se dio cuenta y me cogió de la muñeca con fuerza.

-¿Se puede saber qué haces? ¡Suéltame!

-No, hasta que admitas que te saludé. No me gusta que me lo nieguen y menos que se rían en mi cara.

Maníaco de mierda.

Me hacía daño de verdad.

-Nick, no puedo admitir algo que no es cierto.

No iba a dejarme vencer.

Así que lo siguiente que hizo fue llevarme hasta la pared que teníamos al lado y me puso contra ella dejándome sin salida. Con los brazos extendidos hacia ella, cada uno a un lado de mí.

-No juegues con fuego -dijo impulsivo.

¿A caso tenía algún trastorno o algo?

-¿Es necesario todo esto?

-Sandra, yo... -vi que hacía una pausa y relajaba sus brazos-Te quiero mucho. Este verano me he sentido muy feliz contigo.

Bravo, ¡un aplauso por favor!

Lo que quería era liarse conmigo, punto.

-Por eso te fuiste con tu novia.

Ya no podía más.

Vi como se enfadaba y no ponía buena cara.

Hasta que el impulso le llevó hasta mis labios, dándome un intenso beso forzado.

No podía escaparme ni moverme, se estaba agarrando a mi nuca.

Pero de repente vi que se despegaba de mi por un empujón de alguien, y miré hacia el otro lado.

Oh no, mierda.

-Rubén...

-¿Estás bien?-me preguntó interrumpiéndome.

-S-sí...

-Vamos, ven conmigo.

Y me fui viendo a Nick en el suelo con sangre en la nariz por el impacto de la caída.

Me miraba furioso.

Me daba miedo de verdad.

Pero me fui con Rubén, con quien estaba cómoda. Al fin y al cabo, me había salvado de una muy gorda.

Estaba muy alterada.

Me llevó a un jardín, lleno de flores preciosas, con un banco de madera que se balanceaba mediante unas cuerdas sujetas a una estructura de metal, y nos sentamos allí.

-¿Qué te ha hecho?

-El impulso lo ha llevado a besarme, está loco.

-¿De qué lo conoces?

-Del insti y... bueno... este verano me hablaba con él

-Ah. Os estaba viendo desde lejos y cuando te reconocí, no pude dejarte en aquel enfrasque.

-Gracias, de verdad.

Me respondió con una sonrisa encantadora.

No quería derretirme, qué amable.

Estaba muy guapo, con su pelo despeinado, con su sonrisa, con sus ojos...

-Y bueno, ¿qué haces aquí? -preguntó.

-Es la comunión de mi primo.

-Vaya, pues él también me ha invitado, como puedes ver. Voy con él al conservatorio y somos amigos.

Interesante.

-Ya tenemos algo en común: mi primo -dijé.

El se echó a reír enseñando su perfecta sonrisa.

Y nos quedamos mirándonos unos segundos.

-¿Te he dicho que tienes unos ojos muy bonitos?

Sonreí tímidamente.

-¿Y yo te he dicho que tienes una sonrisa de película?

Esbozó una sonrisa y se quedó mirándome.

-Estuvo bien la pelea del otro día -dijo él.

No me dio tiempo a responderle cuando al instante, me escondió el mechón de pelo atrás de la oreja.

Noté como mi vello se ponía de punta y se quedaba mirándome de nuevo.

Definitivamente, me había conquistado.

Lucha conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora