Capítulo 11

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Me quedé helada cuando vi al que era su padre. Nos había pillado y ahora estaba avergonzaga.

Estábamos a punto de besarnos.

Tal vez, si no hubiese interrumpido su padre nos...¿estaríamos liando?

—¿Qué hacéis aquí?

—Le iba a enseñar a mi amiga el escenario y...

—Ya lo veo, ¿de verdad era eso lo que estabais haciendo? —le interrumpió a su hijo.

Y de repente me miró a mí escaneándome de arriba abajo con una ceja enarcada.
Me puse muy nerviosa e intenté mirar a otro lado.

Estaría roja, seguro.

Qué horror.

—Rubén, hijo, ¿sabes que podrías hacerme una mala imagen?

—Pero...

—No hay peros.

Vi que Rubén se tensaba y que estaba empezando a irritarse.

— Yo creo que debería irme... —murmuré.

—Voy contigo, vamos.

Y así es como nos fuimos y cuando pasó por al lado de su padre intercambiaron una mirada de rabia.

Ya estábamos en el pasillo de antes, cuando antes de salir oímos su voz.

—Ah, Rubén que no se vuelva a repetir...Y tú, señorita, lleva cuidado con mi hijo.

Me quedé en shock.

¿Qué?

¿Perdona?

Tragué saliva y me di cuenta que Rubén ponía los ojos en blanco y después los cerraba con fuerza e ira.

Pasamos el resto de la comunión con un ambiente distinto.

Más tenso.

Con lo poco que faltaba para poder rozar sus labios...

                               **

Pasó el fin de semana. Y llegó el lunes.

Lo que significaba que había nueva clase de jiu jitsu.

Había pensado mucho en él y en lo que había pasado. No se por qué pero me sentía culpable.

Pero al final llegó la hora de verlo.

Cuando entré por la puerta pude verlo con su kimono en el tatami.

Como siempre.

Intercambiamos miradas y le sonreí un poco. Sin embargo, él tenía mala cara y no me hizo ningún gesto.

Uy.

Mala señal.

Estaba muy serio y por un momento pasó por mi cabeza varios pensamientos de confusión.

Seguramente, su padre le ha dado una charla y habrán discutido.

Y así se pasó toda la clase. No me saludo. No me miró. No me hizo caso.

Qué cambio tan bipolar...

Pero yo ya me iba de las primeras con las chicas cuando por la puerta entró una chica desconocida, poco mayor que nosotras.

Las tres giramos a la vez la cabeza.

¿Disimular?¿Qué es eso?

Vi a aquella chica de pelo negro con ojos azules circular por allí tan alegremente.

Parecía que se había graduado.
O que sus padres le habían comprado un mega coche de lujo, dado a que se le veía con aires de típica chica pija.

Y tanto que lo era.

Su bolso Gucci no lo discutía y tampoco sus prendas de marca.

Por favor, qué mal me caía sin saber quién era.

¿A dónde pretendía ir así vestida a un polideportivo?

No me quiero imaginar cuando sea su fiesta de cumpleaños...

Pero cuando se dirigió hacia Rubén dando saltitos acercándose a él me temí lo peor.

¿Tenía novia?

No lo sabemos.

Al instante en que lo tuvo en frente suya le abrazó fuerte y le plantó un beso largo en la mejilla.

¿QUÉ?

Vale. Al tío no le faltan recursos.

Pero Rubén tenía la misma expresión de cansancio y de enfado.

A lo mejor no estaba enfadado conmigo.

Solté un suspiro y me dirigí con las chicas a la salida mientras sacaba el móvil y lo miraba.

Cuando íbamos por el aparcamiento me llegó un mensaje. Un número desconocido.

Lo abrí y pude ver un mensaje corto.

—Hola, soy Rubén. El sábado no estuvo nada mal...

¿Cómo?

Primera: acababa de verlo hace un rato. Me lo hubiera dicho supongo.

Segunda: Si estaba "enfadado" no creo que tuviese humor para mandar ese mensaje, y menos después de la advertencia de su padre.

Tercera: la foto de perfil del contacto era un perro. A parte de que les tenía alergia a los perros, me comentó que no le gustaban.

Era muy confuso...

Huele a intruso.

Lucha conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora