Capítulo 27

13 2 0
                                    

Ansiosa, me senté rápidamente en el saco de dormir. Tenía la frente sudorosa.
Había tenido una pesadilla y me acababa de despertar.
Agité mi mano usándola de abanico para proporcionarme algo de aire.
Pero no era suficiente.

La cabeza me dolía y sentía un leve mareo en mi cabeza.

Tomé la iniciativa de salir a tomar el fresco un poco.
Bajando la cremallera del saco de dormir salí de él. Me puse mis zapatillas de deporte y revisé que mis pantalones de chándal grises y mi camiseta negra estuvieran bien. Abrí la apertura de la pequeña tienda de campaña y la suave brisa rozó mi piel.
Por lo menos, ahí fuera se estaba mejor que dentro.

Caminé recto dejando atrás las demás tiendas y me dirigí a la ribera de un río.

La fluidez del agua provocaba un efecto de tranquilidad. En la superficie del agua se reflejaba la Luna, que en este momento era brillante y completamente circular.

Miré hacia arriba: hoy había Luna llena.

Ojalá no aparezca ningún hombre lobo ya que estamos en una zona peligrosa, concretamente en un bosque, pensé.

Esbocé un sonrisa por mi penoso chiste. Tenía el humor un poco roto.

Miré a mi alrededor y me senté en un tronco ancho que tenía cerca.

Me quedé un poco viendo el agua correr por el río, era bastante entretenido y relajante.

De repente, una figura se sentó al lado de mí. Aparté mi mirada de aquello en lo que estaba concentrada y la llevé a mi izquierda.

-Hola -dijo Lucas.

-Hola.

-¿Tu tampoco puedes dormir? -preguntó mirando al río y después a mí.

Negué con la cabeza.

-Estaba algo mareada cuando me desperté hace poco -dije-. Así que salí a despejarme un rato. ¿Y tú?

-No podía dormir, no sé por qué -pasó sus manos por su cara, masajeándola.

Lucas llevaba unos pantalones de chándal grises como los míos y una camiseta blanca.

Giró su cabeza para mirarme y quité la mirada de su cuerpo disimuladamente.

-¿Cómo llevas eso? -cuestionó, señalando mi mano.

Dirigí mi mirada para ver mi dedo pulgar vendado.

El médico vino después del entrenamiento y me preguntó qué había pasado y otras preguntas más. Luego comprobó el estado de mi dedo.

El veredicto fue que había hecho un mal movimiento y por eso me causaba molestia, pero nada más importante.
Por si acaso, lo cubrió con la venda para asegurar que no moviéndolo el dolor se fuera.

-Mejor, gracias. Me quedé más tranquila sabiendo que solo se quedó en un pequeño susto -sonreí.

-Me alegro -me devolvió la sonrisa.

Ambos nos quedamos en silencio.

Pensé en la posibilidad de contarle a Lucas que ahora se suponía que Rubén y yo éramos oficialmente novios.

Una parte de mí se negaba, pero por otra parte quería decírselo.

¿Cómo se lo tomaría?

-Lucas.

Él me miró.

-Te quería decir una cosa.

-Adelante -levantó las cejas con curiosidad esperando mi relato.

Lucha conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora