Capítulo 20

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Me desperté, medio dormida, y acurrucada en el hombro de Rubén. Nos habíamos quedado dormidos en el suelo del baño, y sí, me acaba de dar cuenta.
Con los ojos más despejados, pude ver cómo el chico que tenía al lado seguía durmiendo como un angelito.

-Rubéeeeeeen, rubéeeeeeen -intenté despertarle.

Pero nada, estaba dormido como un tronco.

Aún se escuchaba la música leve afuera, supongo que no habría pasado tanto tiempo.

Me di cuenta de que tenía el móvil a unos pocos metros, lo cogí y revisé todas mis notificaciones.

Demasiadas notificaciones.

Entre una de ellas estaba la de Paula:

-Tíaaaa, ¡no sé dónde cojones estás!,¡pero esto es la pera! -vale, estaba un poco borracha. Eso o que se le había subido la adrenalina.

Otra de Aitana:

-¡Te estás perdiendo lo mejor!

Confirmado. Me había perdido casi toda la fiesta.

Me levanté, medio mareada, cogí la manivela de la puerta y tiré de ella.

Cuando me asomé al pasillo, escuché voces. Unas cantaban, otras gritaban, otras hablaban.
Vi a mis compañeros, los cuales, afortunadamente, no se dieron cuenta de mi presencia, que iban de una parte a otra recogiendo toda la basura y decoración.

Uf.

No me apetecía salir a recoger todo el desorden, así que volví a entrar en el baño y me encerré de nuevo.
Me senté en el suelo con la espalda apoyada en la pared y me centré en mi móvil.
Aún me quedaban más mensajes por leer y...

OH, NO. NO ME JODAS, ¿OTRA VEZ?

Iba a denunciar a dicha personita que no me dejaba en paz, ni de día, ni de noche.

¿Justamente tenía que hacer acto de  presencia hoy? Lo odio.

Me había enviado un mensaje hace como una hora, más o menos.

—Ey, ¿dónde estás? Has desaparecido de la fiesta.

Me quedé congelada al ver el mensaje. No podía ser. ¿Había estado espiándome?

Le dejé en visto porque, básicamente, no me apetecía hablarle. Y menos en estas circunstancias, en las que no podría actuar para seguirle la corriente al Rubén falso.

En fin, vi otra notificación, la última específicamente.

Esta si que pareció alegrarme más que la anterior. Era Lucas. Mi querido e inigualable Lucas.

—Sandra, ayudaré a recoger y te esperaré en la entrada de la casa. Ya sabes, por si quieres que te acompañe a tu casa.

Ohhh, qué dulce.

Pero...¡mierda! ¿Cuándo me había enviado el mensaje?

Me puse tan nerviosa que no encontré la hora en la que me lo había mandado. Pero por fin la vi.

¡Menos mal! Hace quince minutos que me lo había enviado. Y aunque pareciese mucho, podría haber sido peor.
Ya estaba dispuesta a salir del cuarto del baño cuando me acordé de que no podía irme sin avisar a Rubén. Así que entré a su chat y le mandé un mensaje que decía: Holaa, me tengo que ir. Lo siento mucho. He intentado despertarte pero nada. Me lo he pasado muy bien ;)

No sabía si le sentaría muy bien cuando se despertase, pero por lo menos había tenido el detalle de advertirle que me iba. Además, había alguien preocupado por mí y estaba esperándome.

Lucha conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora