El sonido de un megáfono ensordecedor hizo que me despertara.
–¡BUENOS DÍAS!¡ES HORA DE DESPERTARSE! –oí la voz de la profesora mediante el aparato.
A mi lado, Lucas abrió lentamente los ojos.
–Ufff, solo dos minutos más –se quejó volviendo a cerrar los ojos y cambió de postura.
Me esforcé en levantarme y me senté en mi saco de dormir.
Al frotarme los ojos con las manos, noté cómo unas manos envolvían mi cuerpo.
Lucas me atrajo hacia él haciendo que mi cabeza se posara en su pecho.–Quédate conmigo, dos minutos más. –dijo, acompañado de un bostezo–. Por favor.
Me quedé un rato más con él hasta que tuve que animarlo para que se terminase de despertar.
Salimos de la tienda de campaña y vimos que no había casi nadie afuera que no estuviera durmiendo aún.
–Ey, ¿y los tortolitos? –pregunté, curiosa– No están en pie.
–Vamos a verlos –señaló con la cabeza a su tienda para ir hacia allí.
Al llegar a ella, Lucas cogió la cremallera y la bajó intentando no hacer mucho ruido.
Por el hueco abierto, vimos a Aitana y a Matt muy acurrucados.
Ambos tenían el pelo revuelto y por el reflejo de cansancio y sueño en sus caras tenían pinta de haber estado haciendo algo anoche.Lucas terminó de bajar la cremallera.
Ambos nos miramos, entendiéndonos con una mirada.
–Uno...Dos...Tres...¡YA! –susurró medio gritando.
Nos abalanzamos encima de ellos dos y enseguida oímos sus quejidos.
–¡¿Pero que hacéis?! –se sobresaltó Matt.
–Despertaros. Que si fuera por vosotros estaríais aquí todo el día –dije.
–Será una broma, ¿no? –se quejó Aitana.
–Qué va –respondí.
–¡Venga, tortolitos!¡Que se os pegan las sábanas! –canturreó Lucas.
Los dos dormilones gruñeron y finalmente accedieron a levantarse.
**
Íbamos de camino a una zona donde había un pequeño polideportivo. Allí nos veríamos con la otra clase de jiu jitsu.
Como paraba lejos, teníamos que ir en el autobús.
Paula y Aitana iban juntas, como en el primer viaje. Yo estaba sentada con Lucas en el asiento de delante.
–Tías –me asomé entre el hueco de los asientos para hablar con mis dos amigas.
–¿Qué? –cuestionaron al unísono.
–Resulta que ayer, en el bosque, vi a lo lejos dos personas enrollándose en el tronco de un árbol –miré concretamente a Aitana–. ¿Fuisteis Matt y tú? –susurré.
–No creo. Que yo sepa no hicimos ninguna parada en ningún árbol –se encogió de hombros.
–¿Entonces? ¿Quiénes fueron?
–Aquí se cuece el chisme –Paula se frotó las manos.
Las tres reímos.
**
El entreno había acabado. La verdad, había sido diferente a los que siempre hacemos y nos había gustado a todos.
Empujé la puerta del vestuario de mujeres mientras Paula y Aitana me seguían.
Dejamos las cosas en un hueco de un banco y empezamos a sacar las cosas.
Mi teléfono me avisó de que tenía un mensaje nuevo.
Lo busqué entre todo el material de mi mochila hasta que lo encontré.
Encendí la pantalla y fui a ver las últimas notificaciones.
El mensaje nuevo era del "falso Rubén". Me había mandado un vídeo.–Chiss, ehh –avisé a mis amigas. Ellas se giraron para atenderme. Les enseñé el mensaje intentando que nadie de alrededor lo alcanzase a ver.
–¿Y si nos metemos la tres al baño a verlo? –interrogó Paula.
–Va –dije.
Las tres nos metimos al cubículo que teníamos al lado de nosotras.
Con mis dos amigas a ambos lados, me metí al mensaje accediendo al vídeo.
La pantalla se tiñó de negro. Pero poco a poco pudimos distinguir la negror de una noche. Unos árboles aparecían por los lados.
–¿Qué cojones? –dije.
De repente, la persona que grababa se dirigió hacia un lado manteniendo grabando. Todo parecía estar bien, solamente era un bosque.
UN BOSQUE.
La cámara enfocó a dos personas apoyadas en el tronco de un árbol.
Eran las dos personas que vi liándose.La persona se escondió en un arbusto y se fue acercando cada vez más a los dos objetivos.
Una chica pelinegra estaba apoyada en el árbol. Y enseguida la distinguí: era Lara.
Tampoco es que me interesaran sus asuntos así que me dio bastante igual.
Una mano me golpeó el brazo.
–Tía, tía. Ese es Rubén –murmuró Aitana.
¡¿QUÉ?!
Me fijé más detalladamente en el chico. Tenía el mismo corte de pelo que Rubén. La misma ropa que Rubén. Exactamente igual a Rubén.
–¿Cómo? –me agobié– ¿Qué mierda es esta?
Paula puso una mano en mi hombro intentando apoyarme.
El vídeo siguió unos pocos segundos hasta que se pausó.
Fin de la reproducción.
Parpadeé varias veces.
Agité las manos desesperadamente, intentando encontrar una razón lógica.
–No lo entiendo –tartamudeé.
–Nosotras tampoco –Aitana hizo una pausa y miró al suelo–. Lo siento.
–Yo también lo siento –dijo Paula.
Las tres soltamos un suspiro.
–Vamos a recoger las cosas, luego hablaremos.
Salimos del cubículo y nos dispusimos a terminar de arreglarnos.
Cuando estábamos ya listas, nos dirigimos a la puerta del vestuario y salimos a un pasillo.
Nos encaminábamos hacia la puerta de salida hasta que escuchamos una voz:–¡Ey, ojitos! –gritó Rubén a unos metros detrás de nosotras.
Los ojitos se los iba a sacar yo a él, dije en mi mente.
–¿De verdad? –murmuró Paula.
–No le hagas caso –me dijo Aitana, disimuladamente.
Acepté su orden.
Era lo mejor que podía hacer ahora.–¿Sandra? –volvió a llamar. No le hice caso–. Sé que me puedes oír. ¿Por qué no hablas? –insistió.
Me mantuve en silencio, caminando.
–¿Estás enfadada conmigo? –dijo, intentando que hablase.
PUES CLARO QUE ESTOY ENFADADA CONTIGO, ¿ES QUE NO PILLAS LAS INDIRECTAS?
Las tres salimos por la puerta, alejándonos de mi próximo exnovio.
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Lucha conmigo
أدب المراهقينCuando Sandra se apunta a artes marciales con sus dos amigas conoce a Rubén, un joven de sonrisa encantadora. Los sentimientos de ella florecen cada vez que lo ve y está cerca de él. Un día, Lucas, un nuevo alumno entra a clase. Al hablar con Sandra...