Capítulo 24

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Hoy me tocaba jiu jitsu.

Entré por la puerta de clase junto con Paula y Aitana.
Dejamos nuestras cosas en nuestro sitio y empezamos a ponernos el kimono.

-¿Cómo os ha salido el examen de mates? -preguntó Aitana, terminando de ponerse la chaqueta del kimono.

-Regular. Si no hubiera sido por ese maldito ejercicio extra que nos ha puesto me hubiera ido mejor -dijo Paula, ya con el kimono puesto.

-Tranquila, seguro que te sacas buena nota -la tranquilizé yo.

Estaba atándome el cinturón cuando de repente una mano se posó en mi hombro.
Alzé la vista y vi a Lucas apoyado en mi y en Matt.

Espera, ¿Matt?

-Buenaaas, ¿a qué no sabéis quién se une a nosotros? -anunció Lucas, alegremente.

Miré a las chicas.

Aitana estaba sorprendida y poco a poco una sonrisa se dibujaba en su rostro.

Una risilla silenciosa brotó de mí.
Se notaba que esos dos tenían algo.
De hecho, hacían muy buena pareja.

Paula estaba algo confusa.

-¿Te vas a apuntar? -preguntó Aitana, incrédula.

-Eso parece -Matt rió.

-Qué guaay -dije yo.

-¿E Iván?¿No se apunta? -preguntó Paula.

Su voz sonaba algo triste.

-Iván tiene fútbol y va muy liado con los entrenos y eso. Ojalá que estuviera aquí también, pero bueno -Lucas se encogió de hombros.

Paula asintió con la cabeza y frunció sus labios en una línea.

Ellos dejaron sus mochilas junto a las nuestras y empezaron a ponerse el equipamiento.

De repente, Aitana me dio unas cuantas suaves palmadas en el brazo.
Levanté la cabeza para mirarla.
Su mirada estaba fija en algo a lo lejos a mi derecha.

-Ey, ey, mirar a la tía esa de ahí - susurró Aitana.

Paula y yo giramos la cabeza y vimos a una chica de pelo negro y con gafas de sol entrando por la puerta de clase.
Se subió las gafas a la cabeza dejando a la vista sus ojos azules.
Llevaba ropa deportiva de marca y una bolsa de deporte.
Enseguida, reconocidos quién era: Lara.

-Por favor, decirme que no se va a apuntar y solo ha venido para ver a Rubén -les dije a las chicas.

-Me temo que viene para quedarse -dijo Paula.

-Qué asco me da esta tía, y eso que solo la vi cuando entró a abrazar a Rubén ese día en clase -añadió Aitana.

Puse los ojos en blanco intentando que la situación no me superara.

-A todo esto, ¿y Rubén? -pregunté.

Como si lo hubiéramos llamado, al segundo siguiente entró en clase.

Sus ojos cayeron en mí. Me saludó con una sonrisa encantadora y yo se la devolví.

Pobre Rubén.

Lara se dio la vuelta y vio a Rubén.

-Rubén, ¡estás aquí! -fue corriendo a saludarlo dando saltitos.

No, está en Saturno.

Él se quedó en shock asimilando lo que estaba pasando.

-¡Sorpresa!¡Me voy a apuntar! -exclamó y lo envolvió en un asfixiante abrazo.

Rubén desplazó su mirada hacia mí e hicimos contacto visual.

Él cerró los ojos y soltó un suspiro.

-Bueno, parece que tenemos una nueva compañera -lamentó Paula.

***

El viernes había llegado.

Lo que suponía que era mi fiesta de cumpleaños.

Al final, invité a Paula, Aitana, Lucas, Matt, Iván y Rubén.

Conseguí informarle sobre el cumpleaños a Rubén en jiu jitsu el otro día cuando Lara no estaba con él (menos mal que encontré el momento porque estaba todo el rato junto a él). Aceptó venir encantado.

Inventé a poca gente para que sea algo discreto, como me había dicho Paula. En parte, prefería hacerlo así: era más acogedor.

Aitana y yo íbamos de camino al bungalow de los tíos de Paula, donde se celebraba el cumpleaños.
Habíamos quedado antes de la hora de la fiesta para dirigirnos allí e ir preparando las cosas.

Paula ya estaría allí desde hace un rato, ya que tenía que recoger las llaves de la vivienda.

Nosotras dos llevábamos bolsas con decoración y comida.
La bebida ya la tenía Paula en el bungalow.

Después de un largo camino, llegamos hasta allí.
Tocamos el timbre y Paula abrió enseguida.

–Holaaa –nos saludó ella–.

–Holaaa –dijimos nosotras dos y nos dimos un abrazo las tres.

—Felicidades, guapa —me dijo Paula.

–Gracias –sonreí.

Al reunirnos Aitana y yo antes de venir aquí, ella también me felicitó.

–Pasar, pasar –Paula nos dejó entrar.

Entramos las dos y cerró la puerta  detrás de ella.

El bungalow era muy bonito y estaba todo muy ordenado.

La cocina y el salón estaban juntos y tenían unos tonos suaves. Había una puerta corredera doble de cristal dejando ver la pequeña piscina y el jardín de afuera. En una pared había una puerta, supongo que de un baño. Y junto a la pared opuesta estaban las escaleras que llevaba a la planta de arriba.

Habíamos decidido que después de la fiesta nos quedaríamos todos a dormir en las habitaciones de arriba.

Dejamos las bolsas en la isla de la cocina y empezamos a sacar las cosas de ellas.

Mi teléfono vibró.

Me había llegado un mensaje.

Lo saqué del bolsillo de mi pantalón y vi el mensaje.

Rubén me había escrito.

–Hola, ojitos.

–Feliz cumpleaños (emoji de corazón rojo). Siento mucho decirte esto, pero no voy a poder ir a tu fiesta, me ha surgido un asunto familiar muy importante.
Lo siento de veras. Disfruta mucho.

No me lo podía creer.

No me esperaba esto.

Paula y Aitana pudieron observar mi cara atónita y se acercaron para ver lo que me pasaba.

Se asomaron al móvil para leer el mensaje y después de unos segundos se pegaron a mí para darme un abrazo.

–Lo siento, tía –dijo Paula.

–Que cabrón. Por mí, que se vaya a la mierda. Ya te podría haber dicho algo antes –espetó Aitana.

Me reí.

El comentario de Aitana me puso de buen humor.

–Entiendo que pueda haberle surgido un imprevisto, me da mucha pena que no pueda estar aquí, pero... – intenté terminar.

–Pero no pasa nada porque nos lo vamos a pasar en grande...¿verdad? –me cortó Aitana.

Esbocé una sonrisa y asentí con la cabeza.

–¡Esa es la actitud! Ahora vamos a preparar esa fiesta de cumpleaños – exclamó Paula.

Lucha conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora