Terminaremos así

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Habían pasado una o dos semanas desde aquel incidente con tu ropa. Probablemente llevabas ya cuatro o cinco meses con los piratas de Buggy, realmente no llevabas la cuenta justo ahora. El enojo se había apoderado de tí, llevándote a no haberle dirigido la palabra en todos esos días a Buggy. Te tenía hastiada. Gran parte de la ropa se salvó, pero la otra parte se dañó y se encogió. ¿Habías recibido una disculpa? Por supuesto que no.

El día era ligeramente tranquilo, te tocaba dar órdenes en cubierta pero no había nadie en cubierta. Al parecer, mientras dormías apareció una isla en la mira y decidieron anclar. No había nadie, solo tú y el viento, por lo que decidiste hacer algo de limpieza, estabas se humor.

Melodías movidas o tristonas salían de tu boca, tarareabas al trapear, al limpiar los cañones, al trenzar bien las cuerdas, al cambiar las ya muy viejas, al quitar las velas para limpiarlas y plancharlas.  Quizás no recibirías nada a cambio, pero realmente solo lo hacías por querer hacerlo.

Pasaron las horas, y finalmente habías acabado con el trabajo de varios hombres. La cubierta resplandecía, el barco parecía tener nuevos colores. La carpa incluso estaba limpia.

Yacías en le abrazo dulce de una hamaca. Con dos manos tras tu nuca y los pies cruzados, descalzos. El sol quemaba tu piel en el suave soplido fresco del viento. Un día perfecto, donde el silencio reinaba de una vez por todas.

Con el rato empezaste a quedar dormida, por lo que te bajas el niqab para que cubriera tus ojos.

¿Por qué no te dejaba sola?

Ni siquiera en tus sueños estabas librada de Buggy, siempre estaba allí, en el mismo suelo rojo compuesto por sábanas, esperándote. Suspiras, mirando entonces alrededor, todo era negro, solo estaba él. Te acercas, cruzando de la oscuridad a aquel lugar lleno de colores rojos apasionados. Reconocías que era un sueño, probablemente no estabas tan dormida.

-¿Vas a llegar o no? Estoy envejeciendo en lo que llegas- Te miró, quitose el sombrero de capitán dejándolo marchar con el viento.

-Es difícil caminar entre estas sábanas- Respondes.

-¿Y a mí qué?- Ríes, de verdad era un arrogante sin importar por dónde lo miraras, o en donde.

Tu cuerpo llega a donde el suyo, sentose a su costado. Él estaba recostado boca abajo, abrazando parte de las telas y recostando el rostro en ellas. Estabas sentada en su costado, con los pies recogidos y el torso derecho. Tomando ahora un mechón de su cabello para acariciarlo.

Su rostro voltea, su lindo y dulce rostro.

-Eres un idiota- Susurras, apartando un mechón de su oreja con la punta de las uñas.

-Me gusta hacerte molestar- No entendiste cómo, quizás era la magia de los sueños, pero estabas acostada de  nueva cuenta a su lado. Mirando fijamente a sus ojos azules, y el fijamente a los tuyos.
-Preciosa...-

Sus dedos te acercaron y quitaron el niqab de tu cabeza. Ya no tenías la férula por lo que ya no soñabas más con ella, aún así, dió una risilla.

-Eres muy hermosa-

Pudiste sentir las lágrimas bajar por tus mejillas. ¿Por qué era tan sincero? ¿Por qué te miraba así? Así como te miraba todos los días desde que te conoció. Con esos ojos que invitaban a la aventura, con esa sonrisa que invitaba al beso. 

-Bobo- Ríes, dándole un toque a su nariz roja.

-Ven aquí- Suplicó, acercándote con fuerza a su cuerpo. Quería besos, siempre quería besos, pero hoy solo querías un buen abrazo. Lo entendió cuando apartaste un poco el rostro, y se recostó por completo encima tuyo, abrazando tu cuerpo, haciendo que soltaras una risa fuerte.

La más buscada [Buggy X T/N Femenina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora