Llévame a casa

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Han pasado dos semanas desde aquel incidente en la cofa. Una noche que ninguno de los dos podía olvidar, aunque no llegaron a lo carnal esos besos y esas finas caricias habían marcado un camino que parecía no tener fin. Pasaron de las peleas continuas y casi constantes a ser la única persona que controlaba el carácter del otro. Fuego con fuego, por así decirlo. Y aunque las discusiones seguían siendo acaloradas, todas terminaban de la misma manera.

-¡No!- Ríe aquella mujer que lo volvía loco, él le agarraba la cintura intentando acercarla a sus befos.
-¡Buggy!- Una risa aguda resuena en tus oídos. Tus manos intentan cubrirte la cara aunque estaban luchando contra las manos enguantadas de Buggy.

-Venga, ya hago mucho con no exigirte lo que quiero, preciosa-. Suplicó, pegando su cuerpo al tuyo dejándote contra aquella pared.
-No me hagas rogarte-. Un suspiro de rendición sale de tus pulmones, iluminándole aquel rostro juguetón.

-Solo un rato, no vengas a hacerme como la otra vez-. Adviertes con tu dedo índice frente tu rostro.

-Vale- Se quiso lanzar contra tu rostro, estaba desesperado, eufórico. Quería aquella dulce sensación de tus labios para él. Hoy, ahora. Pero es detenido por la palma de tu mano.

-Eh, eh. Y no te pases con las manitas-.

-Sí, ya entendí, carajo-. Levanta la tela que te cubre. Su boca se estampa contra la tuya, sus manos acunan tu cuello y un suspiro pesado le escapa entre aquella simpleza. Vaya que lo había extrañado. No le importaba si solo habían pasado minutos u horas, quería tus besos, los tuyos. Casi siete, –¿o quizás ocho?– meses de aquel primer encuentro, siete meses en los que se siente como un idiota por no exigir más, pero a la vez, complacido con lo que ha conseguido. Tus besos hoy parecían más que suficiente, mañana le harían doler las pelotas y le pondrían de mal humor. ¿Qué más da? Quería tu cuerpo entre sus manos y tu boca contra la suya, además de ese cariño al que no le encontraba sentido ni motivo. Pero lo quería. Lo necesitaba. Lo ansiaba.

En el frío de la habitación sus cuerpos se daban un calor razonable. Una porción de lo que sentían, lo que estaban dispuestos a compartir. La mujer aún sentía que era demasiado pronto, estaba asustada, no quería repetir pasado ni perderse en nuevo futuro. Pero no podía evitarlo, quería aquella locura cruel y hacerla suya. Lo abrazaba del cuello con fuerza con temor de que estos fueran los últimos besos. Con temor de que ahora que estaba enamorado de la chica sin rostro no la aceptara al verla por completo. Era raro querer impresionar a alguien, era raro maquillarse en la mañana o combinar la ropa esperando un halago. Era raro, pero le estaba gustando demasiado.

Una mano enguantada baja a tu cintura, luego a un muslo y finalmente levanta tu pierna para hacerte abrazarlo y poder tener acceso a tus nalgas. Daba buenos apretones, de esos que pellizcaban una gran cantidad de carne y calentaban la zona.

Una de tus manos, que estaban enganchadas en su cuello, decide explorar, bajando por su bufanda a su camiseta, y luego yendo a aquella espalda amplia para repartir una caricia. Tus labios se manchaban de verde, pues el maquillaje de hoy era aquel divertido conjunto de círculos verdes. Ríes a causa de su necesidad por tí, era adorable, halagador. Nunca nadie te había necesitado tanto como este hombre a la hora de robar parte de tu tiempo que tanto habías de apreciar.

Cuando sus labios se desconectan, tu mentón queda en su hombro y sus befos mojan tu cuello. Un gemido escapa de tu boca. La mano que acunaba tu cuello para mantenerlo en control bajó a la nalga poco atendida, masajeando y hundiendo los dedos.

-Eres tan..., agh...-

-Lo sé- Ríes con ligera altanería, o más bien burla.
-Y..., tu tiempo se acabó- Lo apartas y te le intentas escapar de las manos.

La más buscada [Buggy X T/N Femenina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora