La más buscada [Buggy X T/N Femenina]

Despiadado

Una de las mejores partes de ser capitán en una tripulación manipulable era poder hacer lo que deseara cuando lo deseara. Era despiadado cuando se trataba de sacarle ventajas a su posición. Aunque ser líder tomaba una gran cantidad de esfuerzo y estudios, pues realmente deberías almenos aprender a leer y escribir si deseas ser la cabeza de un barco lleno de analfabetas, la tortura del bruto es el gozo del listo. Era inteligente para muchas cosas, sobretodo si quería que las cosas salieran como deseaban. Pero era un imbécil en el amor, en comunicarse y ser alguien con quien puedes estar toda tu vida. ¿Cómo haría para decirle a su mujer que deseaba dar un paso adelante? ¡Esto sería más fácil si solo tuviera que dar una orden!

Cambiando el tema; una de las mejores cosas de ser él era la poca vergüenza que tenía para muchas cosas, aunque tu siempre le decías que era de sus peores cualidades. ¡Vaya que eres retante! Oh, cierto, esa misma conversación era la que habían tenido hace apenas unos minutos en la habitación. Uno de los tripulantes entró a la habitación para dejar la parte de la última paga que le pertenecía a ambos sin importarle que Buggy estaba metido entre tus piernas devorando tu humedad. Poco le importó que le estuvieran hablando sobre la cantidad de dinero que estaba recibiendo, dejándole un reporte completo sobre la cantidad de dinero repartida en el barco. ¡Y se dignaba a responder! Metía sus dedos dentro tuyo como si no le fuera problema la coordinación de los dedos y la boca, y vaya que era verdad, te estabas volviendo loca. Admitías muy en lo profundo que aquella vergüenza provocaba que mil soles se enciendan dentro de tí, pero no siempre era necesario que fuera un sinvergüenza, y eso debías dejárselo claro.

Aunque no ahora...

No ahora que su polla está hundida en tí, moviéndose con precisión debajo de una falda que llega hasta tus rodillas para permitir la privacidad de su miembro metido hasta el fondo de tu vagina. Estás sentada sobre el pasamanos de Buggy, aquel que dices que es tu asiento, mirando a un capitán de otra tripulación negociar un acuerdo de paz con Buggy, que parecía fresco como una lechuga parado justo frente a tí. Esto solo había empezado con una pregunta; ¿Podría tener sexo normal con su polla desprendida de su cuerpo?  La respuesta era sí, y se interesó en aprovecharse de ello hoy y siempre.

Podía manejar su extremidad más a fondo, dejando sus bolas bien pegadas a tu baboso coño, deseoso de que incluso ellas se hundieron dentro de tu cavidad. Tus manos se clavan en la silla y tu mandíbula se apreta intentando que ningún gemido se escape de tí. La negociación iba con tranquilidad, aunque notabas que en algunos momentos Buggy se quedaba estancado para procesar las sensaciones en su cuerpo, que se transmiten en escalofríos placenteros a pesar de la distancia con su hombría. Sonreía mientras hablaba con el hombre, intimidándolo lo suficiente para asegurarse que fuera una verdadera alianza.

-Mohji...- Llama a su primer al mando para que aparezca a su lado en pocos segundos.

-¿Sí señor?- La sonrisa en el rostro de Buggy se amplía, mirando de arriba a abajo al capitán opuesto.
-Trae mis contratos-.

-Los tengo aquí, capitán-.

-Bien- Toma la carpeta de pergaminos que Mohji le ofrece. De ahí saca un contrato que lee rápidamente con ojos entrecerrados.
-Mierda no tengo mis lentes...- Susurra alejando el papel de su rostro.
-Uhh...- Lee en voz muy baja.
-Si, es este- Miró al hombre con una sonrisa amenazante al pedirle firmar. Aquello parecía haberlo emocionado, te estaba follando incluso más rápido que hace unos minutos atrás. Encoges las piernas y abrazas el espaldar para arañarlo y gemir lo más bajo posible contra la madera. Podías sentir como su polla estaba ansiosa por terminar, pues calentaba cada arruga que la enrosca buscando en cada relieve mejor sensación. Tu cabeza ardía y daba vueltas, estabas perdiendo la cordura de la sobriedad con respecto a la lujuria. Deseabas poder gritar con fuerza lo bien que todo aquello se sentía, pero no quedaba nada más que morderte el labio inferior y apretar los puños en la madera.