—Lo hice, le he dicho a Eric. Vaya que habrá problemas, pero tienes mi palabra de que me quedaré. Sé que no confías en lo absoluto en mí, pero hoy tienes que hacerlo —dice Christopher irrumpiendo simultáneamente en la habitación donde está Louise, agradeciendo que fuera la única que estaba en aquel lugar.
Louise quiere interrumpirlo, pero Christopher tajantemente le dice:
—No, señorita, ahora usted escúcheme a mí. Estoy aterrado, mi mundo cambió de la noche a la mañana, sé que no he sido el padre del año, ni mucho menos el esposo y que no puedo en este momento convencerte de lo contrario. Solo quiero que sepas que te amo, que amo a esas niñas con toda mi alma y nunca estuvo en mis planes herirlas. Aunque ahora logro ver que aun así lo hice. En este momento, quisiera hacerte mil preguntas y que me pudieras contar qué es lo que ha pasado, de qué tanto me perdí, pero sé que en este momento estás herida y tienes que sanar. Solo quiero que me prometas una cosa, cuando regreses y te encuentres mejor, hablaremos y buscaremos soluciones. Confío en ti más que nadie en el mundo y si al final decidimos que es lo mejor, no seré ese obstáculo en tu camino y en el de ellas. Pero por favor, promete eso —Christopher concluye aquellas largas oraciones con un suspiro liberador.
Louise se queda sin voz, vaya que su esposo tiene un don excepcional para decir las palabras correctas para hacerte volar la cabeza, y justo en el momento en donde estaba empezando a creerlas, recuerda a su padre.
Louise sabe que en sus planes no está el cambiar de opinión, una de sus cualidades es la de decidir sin mirar atrás. Así fue cuando decidió amar a Christopher por siempre, lo que haría toda la vida, pero así también será con su separación y el inicio de una vida lejos de él.
Aun sabiendo eso, le dice que sí, le miente descaradamente. Tenía un gran temor de que Christopher reaccionara mal, de que Eric lo pusiera en su contra, pero en el fondo de su corazón sabía que seguía siendo ese gran hombre del que se enamoró, seguía siendo su Christopher.
—Hablemos con ellas entonces —le dice Louise.
La familia completa fue convocada en una de las varias salas de estar de la casa, una con sillones azules y gran candelabro. Todos los asistentes sabían que una bomba estaba a punto de explotar, saben que lo que se avecina está lejos de ser bueno. Se puede ver en los ojos de Pam que está a punto de romper en llanto y se reprocha la debilidad que demuestra, se había prometido nunca volver a llorar por su padre.
—Hola, amores, necesitamos hablar con ustedes... —dice Louise—. Como bien saben, no he estado muy bien últimamente, por lo que voy a ausentarme unos meses.
Las palabras que acaban de salir de la boca de Louise parecen irreales para sus hijas, sus rostros son prueba de ello.
—Necesito arreglar ciertas cosas, papá se quedará con ustedes durante este tiempo... La abuela Mary estará también aquí para apoyar —Louise confirma a través de la expresión de sus hijas que acaba de decir la oración con más falta de sentido en su vida, ella era la que siempre se quedaba.
Los ojos de Mary expresan su notable desaprobación y no puede evitar preguntar.
—¿Y tu trabajo, Christopher? ¿Estás seguro que no vas a desaparecer mañana?
—No, Mary, ya lo he hablado con Eric —responde Christopher.
—¡Con el mismo demonio querrás decir!
—¡Mamá, detente! Debemos evitar cualquier cosa que no tenga que ver con lo importante... — Louise le hace una señal con los ojos de que pare—. Quiero saber, ¿cómo se sienten ustedes con eso? —le pregunta Louise a sus hijas.
Laysha rompe en llanto y le suplica que no quiere que se vaya. Pam no entiende lo que pasa, la jugada que se venía venir cambió de dirección en su último momento.
—¡Mamá, qué demonios! ¿Por qué demonios nadie me pregunta nada antes de hacer las cosas. Pap... Christopher siempre se va, y somos tus hijas, no puedo cuidar de Laysha tanto tiempo, nos estás dejando con un extraño —grita Pam.
—No lo harás, amor, y lamento que sientas que tienes esa responsabilidad. Les prometo que volveré más fuerte, y por fin podré ser esa madre que ustedes necesitan —Louise se acerca a sus hijas para darles un beso en la frente a cada una de sus hijas, aunque Pam hace resistencia para que no pueda alcanzarla
—Nenas, sé que en este momento parece algo muy duro, pero debemos ser fuertes y ayudar a mamá —Christopher le toca el hombro a Louise.
—Será por un tiempo y les prometo que regresaré —al comentario de Louise le preceden una serie de datos de logística sobre su partida. El único de ellos que retumbó y fue criticado fue cuando le expuso que se iría la mañana siguiente.
—No te atrevas a fallarnos, mamá, no te atrevas a no regresar. Siempre nos han fallado —Pam se levanta el sillón y señala a su mamá con el dedo—. ¿Qué demonios te pasa, mamá? Tú no puedes hacer esto, debe ser ilegal. Estoy tan harta de ustedes dos, una madre no puede dejar a sus hijas.
Laysha no entiende qué pasa, solo sigue volteando a ver a su madre y no deja de tomarla de la mano.
—Tampoco un padre —dice Mary pensando que nadie iba a escucharla.
Louise solo cierra los ojos esperando que Christopher no explote. Afortunadamente, el ambiente es tan tenso que nadie se atreve a decir algo. Finalmente, no era un espacio de dudas y sugerencias, por lo que se van retirando uno por uno de la habitación.
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Las mujeres del héroe
Aktuelle LiteraturLouise está segura de dos cosas: ama a su esposo de manera desmedida e infinita, pero debe dejarlo. El sacrifico que implica ser la esposa y madre de las hijas del general Christopher Williams está costándole la cordura. Su decisión será una bomba...