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Yoongi provenía de una familia rica y poderosa, pero muy humilde. Yoongi siempre tuvo lo que quiso y nunca le faltó nada.

Amó a sus padres con todo su ser.

Si, amó.

Cuando él tenía dieciséis años de edad un grupo de mafiosos mató a sus padres y a él lo secuestraron.

Lo torturaron y lo obligaron a matar.

Comenzó a sentir deseo por el dolor y el sonido de sus víctimas gritando era música para sus oídos. Ver la sangre saltar lo dejaba completamente satisfecho.

Fue el orgullo de la mafia Yakuza.

Cuando Yoongi cumplió la mayoría de edad fue liberado y Yoongi decidió vengarse de los asesino de sus padres y de los responsables de su deseo al asesinato.

Disfrutó tanto de su venganza que a partir de ese día se vengaria de todas las familias que fingen ser felices.

Y de todo aquel que esté involucrado con la mafia.

Y tal vez más de alguno era una simple víctima que Yoongi decidió matar por placer.

Le encantaba los hombres.

Y disfrutaba torturar a sus parejas durante el sexo. Tal vez, al finalizar mataba a su pareja.

¿Como llegó a ser cura?

Sabía que nadie sospecharia de él.

Un cura es el ser más puro y santo.

Era un lobo con traje de oveja.

🩸

Yoongi se mira en el espejo y muestra una sonrisa malvada, mientras limpiaba la sangre de su rostro.

Dirige su mirada hacía la cama y observa a aquel muchacho desnudo y lleno de heridas en su cuerpo. En su cuello se encontraba una gran cortada, de la cual salía demasiada sangre.

Yoongi pasa su lengua por sus labios y luego observa la hora en el reloj de la pared.

Tenía que ir donde los Park.

— Fue divertido, cariño— Dice Yoongi envolviendo el cuerpo sin vida con una sábana— Pero lloraste demasiado.

Yoongi pasa su lengua por la mejilla del contrario y luego toma el cuerpo en brazos para salir al patio.

Tira el cuerpo en un poso y enseguida le tira fuego, dejando que el cuerpo poco a poco se vaya volviendo en cenizas.

Yoongi toma un cigarrillo y lo enciende mientras observaba como el cuerpo se iba quemando poco a poco.

— Nos vemos en el infierno— Dice y tira el cigarrillo al fuego, antes de darse la vuelta y adentrarse a la casa.

Se da una relajante ducha y después se viste adecuadamente para aquella cena.

Peina su cabello azabache hacia atrás y pone su rosario sobre su cuello, para enseguida tomar su biblia y salir de la casa.

Él tenía una cabaña en el bosque, alejado del pueblo.

Se adentró a su auto y condujo hasta el pueblo.

— Buenas tardes, padre— Saluda una muchacha con una sonrisa.

— Buenas tardes, señorita— Dice fingiendo una sonrisa amable.

Yoongi estaciona el auto frente a la iglesia y después sale de este para suspirar.

Camina hacia la casa de los Park y sonríe con arrogancia al ver aquella casa.

Tal vez era la casa más grande del pueblo.

Toca el timbre y en menos de un minuto la puerta se abre, dejando ver a la Señora Park con una gran sonrisa en su rostro.

— Padre, adelante— Dice ella haciéndose a un lado.

— Permiso— Dice Yoongi y se adentra a la casa. Quita sus zapatos y se pone las pantuflas que la mujer le dio.

— Que gusto tenerlo aquí— Dice el hombre a Yoongi— Siéntase en su casa.

Yoongi sonríe y agradece.

A los pocos minutos siente unos pasos en la escalera, por lo que dirige su mirada hacía ese lugar y observa a Jimin bajando.

Su cabello castaño se veía tan suave y brillante, el flequillo caía sobre su frente, sus esponjosos labios eran de color rosado y tenían un poco de brillo, sus mejillas eran regordetas y de un color rosado bien claro, sus ojos eran color avellana claro y tenía pecas poco visibles sobre su nariz.

Llevaba una camisa de seda blanca y unos pantalones de tela color negro.

Yoongi relame sus labios con su lengua y muestra una sonrisa cuando su mirada de cruza con la de Jimin, quien también le sonríe.

Jimin pasa frente a Yoongi, quien no evita bajar su mirada al trasero de Jimin.

Yoongi carraspea levemente y se acomoda en el sofá.

— Padre, ¿le gustaría algo de tomar?







Misión completada ||Yoonmin||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora