La mejilla me latía insoportablemente. El cuello me dolía tras tanto tiempo, ya no sabía cuántos minutos u horas, de estar balanceándolo para adelante y para atrás, de un lado para otro sin poder apoyarlo sobre alguna superficie plana.
Mamá aún dormía, y vaya que lo necesitaba. Tanto dolor y estrés la habían dejado exhausta, y aún debía enfrentar más retos. Lo mejor era que durmiera y descansara para recuperarse. Quizás debía hacer lo mismo, pero no podía relajarme en ningún sentido. Mike vendría en cualquier momento.
Mamá comenzó a estremecerse y a soltar pequeños quejidos. Estaba atada a una mesa que Mike y Ben habían bajado, con una almohada larga en su pierna, la cual estaba vendada.
-Romi- me llamó girando la cabeza para verme-, ¿estás bien?¿Qué hicieron?- me preguntó confundida.
-Mike te atendió la pierna para que no te desangraras. Te disparó mientras estaban peleando- levantó el cuello para poder verla.
-Oh mierda- dijo-. ¿Tú estás bien?
-Si, no me hirieron.
-Eso es lo único que me importa en este momento- respondió-. Lo siento hija, debería haberte protegido mejor, esto es culpa mía, debería haberte advertido antes...
-No, mamá- la interrumpí, dejando escapar las primeras lágrimas-. Yo fui quien se escapó de casa. Yo desconfié de tí y me dejé engañar por ellos. Yo dejé...-hice una pausa, pues era difícil decirlo en voz alta. Más lágrimas comenzaron a caer-, dejé que te dispararan.
-Hija...-mamá me miraba con ojos tristes y con pena, que hacían que me sintiera aún peor por todo lo que había hecho. Veía en su mirada algo que nunca existió en la de Mike ni en la de nadie más: amor sincero, amor incondicional que duraría por siempre a pesar de todo. Amor materno, la única contención que necesitaba-, mi pequeña. Nada de esto es tu culpa. Fui yo quien te ocultó tantas cosas durante toda tu vida, tú...no tenías forma de saber cómo es Mike. Entiendo por qué lo hiciste.
Me calmé un poco, aún con culpa y arrepentimiento, pero también enfocada en lo importante: permanecer unidas.
-Te amo, ma.
-Yo también, hermosa. Siempre te amé y por siempre te amaré a pesar de todo.
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Un día entero había pasado estando yo allí en el sótano; me percaté de ello cuando ya no entraba ningún rayo de sol por la pequeña ventana. Debía ser de noche, quizás madrugada. Mis muñecas gritaban por ayuda de lo apretadas que estaban, y mi mamá hacía lo mismo gimiendo por la molestia de la pierna.
Lo único que me consolaba de haber arriesgado nuestras vidas era que por lo menos había herido a Ben. Por otro lado, ahora no tenía oportunidad de soltarme e incluso aunque lo hiciera, jamás podría salir de allí con mi mamá, quien de seguro no podría mover la pierna. Nos encontrábamos a completa merced de nuestros secuestradores. Ellos podían matarnos o hacer lo que quisieran con nosotras.
Aparecieron finalmente. Si, finalmente, porque ya no soportaba el dolor de cabeza que me provocaba el pensar en la infinidad de cosas que podrían hacer con nosotras. Me asusté cuando los ví aparecer, pero la incertidumbre era peor.
-Al fin despertaste- exclamó Mike con una sonrisa cuando vio a mi mamá levantar la cabeza.
Miré en dirección a Ben, quien tenía el hombro vendado.
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Club Nocturno
Teen FictionRomi nunca conoció a su padre. En realidad, las abandonó a ella y a su madre cuando tenía tan solo 6 años. Al cumplir 22, se une a un club donde cierto grupo de personas llevan a cabo reuniones nocturnas. Pronto descubrirá que saben más que ella y...