🏈Capítulo 16🏈

16.6K 1.1K 283
                                    

Dejarse cuidar

Travis

No he sabido nada de Kylie durante tres días, ni si quiera ha ido a clases. Me estoy preocupando demasiado, desde que estuvimos en casa de mi papá, cuando regresamos, ella tuvo que irse a no sé dónde. No me quiso decir.
Luego me envió un mensaje donde me decía que estaba bien, que tenía que hacer unas cosas familiares. No le creí para nada, siento que oculta algo.

Mi padre y Aurora quedaron encantados con Kylie, Liam no dejó de decirme que la cuidara o sino, me iba a dejar sin piernas. Ese hombre está loco.

Apenas estoy saliendo de clases, cuando me encuentro a Dafne saliendo de la suya.

—Dafne —la llamé, ella al saber que soy yo, comenzó a correr como una loca.

Con razón es amiga de la enana.

Maldita sea.

No me quedó de otra, que correr detrás de ella ignorando las miraditas de los demás. Dafne es muy lenta, así que me puse delante de ella, impidiéndole el camino. Maldijo por lo bajo.

—Ahora, ¿mi novia está bien? —le pregunté con seriedad.

Ella se quedó en silencio unos segundos, la miré con una ceja alzada, esperando.

—¿Quién? —se hizo la loca.

—Sabes perfectamente quién es, Price —dicto.

Tragó grueso.

—Uff —mira la hora en su celular —, es demasiado tarde y tengo que comer con mi mamá. ¡Bye, bye! —tomé su muñeca y la hice detenerse, la pelinegra bufó derrotada.

—Necesito saber si mi novia está bien —volví a decirle.

—De acuerdo. Ky me matará, pero estoy preocupada por ella —fruncí el ceño —. La perra de su tía llegó y lo primero que hizo, fue mandar a buscar a Kylie. Ella me aseguró que estaría bien, pero no contesta mis mensajes, ni llamadas...

—¿Está en casa de su tía? —asintió.

—Ayer fui, pero no me dejaron entrar. Tú tienes que ir, por favor. Ella no está bien, lo presiento —mi pecho se apretó.

No lo pensé dos veces, salí del campus en mi Ford Raptor hacía la mansión Sanders.

Necesito saber que ella está bien.

🏈

Bajé de mi vehículo, los guardias me conocen y siempre me dejan entrar sin más. Así que, tomé las llaves y caminé a la entrada, una mujer que se encarga de la limpieza me hizo pasar.

Al entrar, sentí esa mala vibra.

—Solo vengo por unos cuadernos míos que Mae trajo —le mentí a ella —. ¿Hay alguien?

—No, joven. Los señores Sanders salieron al igual que la señorita —asentí.

Ella no sabe lo que sus jefes hacen, a leguas se nota.

—Iré arriba a buscar los libros y luego me voy —ella asiente, dándome una pequeña sonrisa.

—Cualquier cosa me llama, estaré en la cocina —le di una sonrisa de lado, se marchó a la cocina.

Es ahora.

Subí las escaleras, pero no iré a las habitaciones. Iré a donde tenían a mi novia de pequeña, lo hice rápido. El corazón me late con fuerza y mi respiración se agita cada vez más.

Fingiendo por tres meses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora