🏈Capítulo 9🏈

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Por poco beso

Kylie

—¿Tía? —fue lo primero que dije cuando la puerta del dormitorio fue abierta y ella entró, rechinando sus costosos tacones.

Va toda elegante como siempre, ella siempre ha sido así. Le gusta vestir con ropa cotosa —ya que su marido es rico —, y se peina elegante. Es alta, al igual que su hija. Cabello rojizo oscuro y algunas pecas por el rostro, es delgada, pero se ve muy bien así. Aún sigue siendo muy joven, mamá era más joven que ella, pero mi madre si era hermosa. Por ello mi tía la odiaba.

Me quedé sentada en la silla de mi escritorio, ella cerró la puerta y miró el interior con asco. Lleva un bolso blanco de Prada en la mano derecha.

Sus ojos ámbar conectaron con los míos.

—Vives en una contenedor de basura más bien —apreté los labios en una fina línea. Sigue mirando todo con asco, sé como es ella —. Eres becada, era obvio que no ibas a recibir lujos —me miró de nuevo con disgusto —. ¿Cómo te está yendo?

—¿En serio te importa? —repliqué de mala gana.

—No seas grosera, Kylie. Te he cuidado desde años —refutó.

¿Me ha cuidado? ¿Entonces por qué a veces no me dejaba comer por días? ¿Por que no me dejaba salir del sótano en dónde me tenía? ¿Por qué no me compraba ropa como lo hacía con Mae? ¿Por qué dejaba que su hija me golpeara? ¿Por qué permitía que su esposo me hiciera daño? ¿Por qué cuándo me enfermaba no me daba algo para sentirme mejor? ¿Por qué solo me daba una manta sucia que no me cubría del frío?

Todas esas preguntas yace en mi cabeza y no salen, no lo comprendo.

—¿A qué viniste, tía? No dependo de ti ahora —musité.

Ella me miró, enojada.

—Quería ver que, como siempre, eres una cría que no tiene nada —se me hizo un nudo en la garganta, pero no dije nada —. Tu prima me contó que te estás metiendo con su novio —se acercó a mi.

No, eso solo significa una cosa.

—Yo no...

—¡No te he dicho que hables, Kylie! —como lo esperaba, me dio una cachetada que me volteó el rostro. Mi mejilla ardió, me golpea por donde tiene varios anillos de oro.

Apreté los dientes con fuerza, sigo sin decir nada. A decir verdad, ya estoy acostumbrada. Si no era ella, era su esposo o Mae. Así que, no podía quejarme.

—Eres una zorra, al igual que tu madre —la miré con frialdad, se ajustó bien su vestido color vino —. Escúchame bien, Kylie —bramó, se inclinó un poco hacía mi, tomó mi rostro con su mano derecha y me sujetó con fuerza. Me mira como siempre; con odio —. Si mi hija me vuelve a decir que te estás metiendo con su novio...

—No es su novio.... —me volvió a dar otra cachetada, si me quejé un poco. Pero no dije nada, volvió a sujetar mi rostro con fuerza.

—No he pedido tu opinión, porque no cuenta —me entierra prácticamente sus uñas en mis mejillas, sin embargo, no digo nada. Siempre lo hace —. Te advierto que si sigues hablando con ese chico, haré que te quiten la beca y te dejaré en la calle. Allí siempre has pertenecido —advirtió con dureza —. ¿De acuerdo, Kylie? —añadió.

«Vamos, Kylie. Esto siempre pasa» me repito varias veces. Ella sigue mirándome, esperando una respuesta. No me puedo negar, primero están mis estudios, para así conseguir trabajo, rentar un pequeño piso y así sacar a mi abuela de ese asilo.

Fingiendo por tres meses Donde viven las historias. Descúbrelo ahora