Cap 6. Examen oral

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ROBÍN NIAN

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Mateo me observaba con ira y yo solo me miraba las manos con detenimiento como si nunca las hubiese visto.

Miré la pared y efectivamente estaba hecha de pared.

—¿También eres amigo de Mateo? —preguntó la mamá de Matías mientras me sonreía con mucho interés.

Era una mujer rubia de ojos azules muy guapa al igual que Matías que me trataba con mucha amabilidad.

—No —negué de inmediato.

—Vaya parece que eres más popular. —El padre de Matías lo miró mientras se llevaba un bocado a la boca, no sin antes mirarme algo extrañado—. ¿No te gusta la comida?—preguntó a lo que negué porque no podía decirle que uno de sus hijos me hace bullyng y el otro me quiere corromper lo que me revolvió las tripas.

Miré a Matías riéndose.

El maldito lo estaba disfrutando.

Terminamos de comer y yo traté de seguir a sus padres, pero Mateo me asustó, desde que llegué salía de la nada y me asustaba o cuando nadie miraba me mostraba su puño y por instinto seguí a Matías por todas partes.

—Pareces un perrito —soltó Mateo mirándome con burla—. Siguiendo a mi hermano de aquí a allá.

Matías lo miró y tomó mi mano para llevarme con él, me enseñó su colección de comics y yo las vi emocionado.

—Deben ser muy costosos. —Las miraba desde el vidrio.

—¿Te gusta? —preguntó agachándose para mirar a mi lado con una sonrisa tratando de hacer contacto visual conmigo.

—No lo sé —contesté nervioso alejándome un poco.

—Te la doy. —Sacó una llave del bolsillo.

—No quiero aceptarlo, luego vas a intentar cobrármelo. —Le lancé una mirada de juicio mientras levantaba las cejas.

—Tienes una mente más sucia de lo que aparentas. —Se acercó para besarme, llevándome hasta el vidrio de los comics.

Sus labios se hundieron en los míos como si fuesen arena y tomó mi cintura entre sus manos como si estuviese moldeando algo con ellas.

—¡Malditos!

La puerta se abrió fuertemente y yo empujé a Matías a un lado para luego voltearme hacia el vidrio para disimular

—Estas revistas..

—Shh. —Matías lo calló—. No hagas ruido.

—¿Qué son estas mierdas? —Noté en el reflejo del vidrio una de las últimas revistas que elegí, las que programé para llegar cada viernes.

Mateo estaba que echaba humo de la ira.

—Les diré todo. —Su voz salió muy rasposa y lanzó la revista a la cama— ¿Me enviaste esa mierda para enseñarme algo?

—No. —Caminó hasta la cama y tomó la revista— Debieron confundirse con los nombres, esta revista es mía. No les dirás nada, si un hermano se atreve a traicionar, debe esperar que se le pague igual.

—Estás con un hombre. —Me asusté al escuchar a Mateo hablar con un tono tan delicado y suave como si estuviese enojado, pero se contuviera.

—Uno que me gusta.

Un caos desastrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora