En un mundo donde Robín es un alfa dominante y Matías su secretario beta el cual haría cualquier cosa por ser un omega.
—¿A dónde vas? —pregunta Robín viendo como su secretario camina a la puerta junto a otros empleados.
—Ya terminó mi turno, señor —el beta se inclina algo nervioso.
El alfa lo empuja y coloca los brazos en la pared para retenerlo y el rubio solo se queda viéndole con los ojos en grande, el chico era tímido e incapaz de pelear, su jefe parecía tener algo en su contra y él no se defendía porque necesitaba el dinero. Era otro de sus desplantes.
Los otros empleados abandonaron a su compañero a sabiendas que su jefe no lo dejaría ir. Se fueron a un bar cercano por si tenía suerte de salir esa noche.
—¿Quién te dijo que podías irte? —regaña el alfa.
—Yo... pensé...
Robín era un alfa dominante, pero era pequeño y no había crecido bien producto de que un secuestro en su infancia por un empleado que quería dinero fácil y tenía la oportunidad al ser el chofer del nieto de uno de los hombres más ricos del mundo, el niño apenas comió durante su reclusión ya que a menudo se olvidaban de él y nunca se decidían por el dinero a pedir lo que obstruyó en gran parte el crecimiento del alfita.
Solo tenía la personalidad de alfa, el pobre, aunque a veces exageraba, era esa actitud la cual le servía para que no se burlarán de su condición.
—Pensaste mal, yo no duermo porque está compañía necesita de trabajo y esfuerzo.
—¿Me odia señor?
Robín parpadea y le mira confundido, el beta tiembla y sus ojos están rojos. Se pregunta porque Matías le ve de esa forma si el alfa siempre muestra interés en él.
—Sí, te odio —contesta el alfa y el beta logra alejarlo con facilidad para irse corriendo.
El alfa ha estado intentando acercarse a él desde esa noche sin obtener ninguna respuesta, pero ya no estaba dispuesto a soportarlo, se había dado cuenta que el beta se escondía en el baño, no sabía de quien, pero iba a sorprenderlo en el lugar y a ordenarle que dejará de ignorarlo.
—Bingo.
El alfa ve al rubio caminar con pasos rápidos al baño y le sigue con emoción, recuerda que la ultima vez se escapó de su lado por lo que decide cerrar la puerta hacia los baños y empieza la búsqueda en los cubículos con una sonrisa.
—Sal del maldito baño —Robín golpea la puerta con voz ruda.
—Estoy en mi descanso, señor —responde Matías con la voz agitada.
—Es una orden.
El alfa se aleja y espera que este salga, pero no ocurre nada. Fue ignorado.
El alfa iba a romper la puerta a golpes o eso pensaba, sin embargo, está se abrió sola y sus ojos se abrieron con sorpresa, el beta estaba inyectándose algo en el brazo e intentó cerrar la puerta, algo que el pelirrojo impidió entrando al cubículo cargado de emociones.
—¿Te drogas? —intenta quitarle la jeringa.
—No es lo que piensa, señor.
—Mis ojos ven con claridad, vamos a desintoxicarte, haré todo para que dejes está adicción.
—Es para convertirme en un omega —suelta el beta tomando la manga de Robín—. Es un producto que puede volver a cualquier... beta en omega.
—¿Y por qué quieres ser omega? —Robín lo toma de los hombros y le mira extrañado —Así no tienes que preocuparte porque los alfas se te lancen encima, estás bien como beta.
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Un caos desastroso
Science FictionRobín Nian es molestado por sus compañeros de universidad, cansado decide vengarse de ellos suscribiéndolos a revistas gays y subiendo su información en internet. Todo marchaba según sus planes hasta que un extraño comienza a dejar notas en su casil...