Cap 4. Soy hetero

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ROBÍN NIAN

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Mi madre, mi propia madre, estaba tratando como rey a un desconocido frente a mis narices.

Yo masticaba mi pan tostado quemado ligeramente mientras Matías se comía unos perfectos, le colocó una taza de café y un jugo de naranjas que ella misma fue a comprar muy temprano y exprimió solo para él.

Habían hotcakes, ensalada de frutas, cereal, pan tostado, huevos fritos, tocino, chocolate caliente, pero lo que más me molesto es que Matías si tenía estomago para comérselo.

Y después mi mamá se queja de que la canasta básica subió como nunca y no podemos comer como reyes.

—Te hice el huevo como te gusta. —Mi mamá me puso un plato con un huevo a medio cocer, cuando cocino después de mis hermanos, solo colocó el huevo con la estufa apagada y el calor que queda lo deja tal y como me gusta.

—Gracias mamí —dije casi susurrando.

Lo tomaré como una disculpa por su traición.

—¿Eres amigo de Robín? —preguntó mi mamá partiendo sandia cerca de nosotros.

Matías y yo nos miramos y yo traté de llegar hasta el con mi pie, pero el que soltó un sonido de dolor ante mi patada fue mi hermano menor.

Me hice el loco y miré a Matías que estaba pensativo.

_Somos más que amigos_En ese momento me dio un infarto y casi se me sale la comida de la boca_ Es mi hermano del alma.

—¡Vaya! —Mi mamá sonrió y le colocó un pedazo de sandia.

Sólo veía la escena sintiéndome como un niño viendo una dulcería desde el cristal.

Deshonra, humillación, tristeza, envidia.

—Tu mamá me dio el desayuno, almuerzo y cena a la vez —dijo Matías caminando lentamente mientras se sostenía el estómago—. Comen mucho, pero no subes de peso.

Quería decirle que posiblemente dejó el refrigerador vacío.

Pero por obvias razones, no podía admitir que mi mamá se volvió loca por él.

—Y tú que te quejabas tanto —contesté con indiferencia.

—No tenemos clases hoy ¿A dónde vas? —preguntó mientras me seguía por la calle.

_Yo, yo_ Traté de dejar en claro_ No tengo clases hoy, pero es imposible que...

Lo vi sonreír y me di cuenta.

Ese maldito lleva las mismas clases que yo.

—¿Te diste cuenta? —Colocó su mano en mi hombro y se acercó con una sonrisa—. Cuando era niño quería ser policía, ahora tengo que vigilar a un criminal.

—¿De que estás hablando? —interrogué bajando el rostro.

—En el cumpleaños de Steven, el video que se mostraría fue cambiado por uno de él borracho bailando casca nueves con un vestido de mujer, seguido de muchos audios criticando a su madrastra y diciendo que odia a su padre. —Acercó su rostro a mí—. ¿No lo hiciste?

—No. —Giré el rostro y me quedé estático. No pude evitar tragar saliva y ponerme ansioso.

¿Cuánto sabe?

—Es un crimen.

Apreté un puño y arqueé mis cejas molesto.

¿Y ellos no cometieron muchos más conmigo?

Un caos desastrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora