Cap 22. Verdad o beso

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ROBIN NIAN
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—Comienza a rogar y veremos si sentimos compasión —dijo Jake riéndose desde la cama de hospital con la cabeza envuelta en vendas.

Oilo.

Sí, estaba planeando rogar y verme absolutamente patético, incluso traté de aprender un truco de cartas para ofrecer mis servicios como mago experto cuyo precio es no recibir cargos y un registro como criminal.

Conocimiento obtenido gracias a lo que aprendí de ese programa que desmiente trucos de magia que solía ver de pequeño y del cual inventé que el tipo era mi hermano mayor. Volviéndome muy popular en la escuela, también les dije que me iría a vivir con él a Transilvania ¿Por qué pensaba cambiar de escuela?, y ¿por qué Transilvania? Tampoco lo recuerdo, pero suena como una ingeniosa opción para mi mentira, lástima que volví a la misma escuela después de las vacaciones y fingí demencia cuando me preguntaban porque decidí quedarme en Latam.

—No me estoy sintiendo muy dispuesto a no presentar cargos.

Los presentes en la habitación no podían evitar no notar su comportamiento si tenían ojos, si tenían oídos funcionales, si tenían la capacidad de raciocinio lo suficientemente alta como para entender que hay personas a las que el papel de víctima se les resbala como ecdisis ya que ninguna capa puede cubrir su naturaleza intrínseca.

—Después de todo lo que me has hecho ¿no tienes arrepentimiento? Muchos han sido testigos y...

—¿Terminaste? —Jake arqueó las cejas—. ¿Testigos? No tienes a nadie. Hoy en día todos están demasiado ocupados en sus propias vidas como para interesarse por otros, si mueres o sigues vivo solo causará una plática casual y luego te olvidaran. Han pasado de largo todo este tiempo y lo harán de nuevo, ahora mismo deben estar en sus casas tranquilos sin pensar en ti.

—Solo discúlpate —comentó William quien estaba sentado en una esquina.

—De rodillas —continuó Jake.

Apreté los puños con ira y me mordí los labios mientras la frustración invadía cada latido y respiración convirtiéndome en un volcán a punto de estallar, pero la lava sería remplazada por lagrimas ante la impotencia que la situación me producía.

—No te atrevas a hacerlo —anuncio Roy con la vista en alto dando a entender que escuchó desde la puerta la conversación y entró en el momento oportuno.

Un chismoso bien intencionado.

—¿Vienes a llorar como tu mamá? —preguntó Jake entre risas lo que causó molestia en Roy quien casi se le va a encima.

—Déjalo, no vale la pena. —Me coloque frente a él con una sonrisa pequeña—. Seamos maduros.

—Está bien —contestó con clara decepción siguiéndome hasta la puerta—. No podemos causar estragos en un hospital, pero si me los encuentro afuera es otra cosa.

—¡¿Qué vas a hacer?! —exclamó Jake lanzando una maceta a nosotros para luego reírse cuando salté para que no me lastimará los pies.

Los pasos de Roy trataban desesperadamente de acoplarse a los míos incluso quería caminar con el mismo pie, pero uno suyo son 4 míos, podría estar calculando mal, pero en definitiva mis pies son pequeños a comparación de los de chicos de mi edad, juro que comí verduras para ser un niño fuerte y alto más que nadie, pero desde los 17 no recuerdo haber sentido más cambios además del crujido de mis huesos ante ciertos movimientos y que me cansé con facilidad o me olvidé de las cosas con frecuencia para lo que necesito alarmas.

Un caos desastrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora