Capítulo 4

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-Lin Lin... cómo se te ocurre decir eso?!.- dijo Jia Li

El pequeño levantó su rostro del hombro de Zhan y sonrió.- Es la verdad... se parecen mucho...- luego se escuchó otra carcajada pues el pelinegro le estaba haciendo cosquillas.

El Padre Changze también soltó una risa al ver al muchacho y al niño convivir de forma tan amena. A pesar de que el comentario podría ser algo incómodo, tanto el sacerdote como el pelinegro convivieron tranquilamente durante el desayuno. El Padre, lo observó durante algunos minutos y podía ver que ese chico poseía una gran nobleza, era considerado y amable con todos los niños pero sobre todo, con cada una de las hermanas ya que ellas eran la imagen más cercana a una madre para él.

-Y a qué te dedicas muchacho?

-Por el momento, estoy trabajando en una casa de modas... mi sueño es convertirme en un gran modelo...

-Imagino que tienes muchas cosas que hacer...

-Apenas estoy empezando... pero la señora Sanren me está enseñando más que los profesores de la academia donde inicié...

-Sanren?... así se llama la señora?.- preguntó el Padre.

-Si... la dueña de la casa de modas se llama Cangse Sanren... es una dama muy respetada... aunque...

Jia Li lo miró con cierto interés.- Aunque qué?... Anda ya dilo... estás en confianza...

Zhan suspiró.- La señora es sumamente enérgica... no... no sé cómo explicarlo...

-A qué te refieres con eso?... Te ha tratado mal acaso?

-Bueno... tanto como tratarme mal no... pero siento que a veces no sé entender lo que quiere de mi... es como si estuviera enojada conmigo...

-Hijo... no creo que ella esté enojada... si dices que es enérgica... tal vez sea una persona perfeccionista... por eso reacciona así...

-Eso es cierto Padre... ella es especialmente perfeccionista... creo que ella desea que sus desfiles sean como un sueño... algo que haga que la gente adore sus diseños y los compren a la primera oportunidad... muchos de ellos son exclusivos...

-Entonces es eso... ella desea ser siempre la mejor en todo... así que no lo veo como algo malo... trata de aprender de cada situación y verás que poco a poco las cosas mejorarán...

Jia Li bufó.- Suena muy fácil Padre... pero este niño es demasiado sensible... así que entiendo cómo se siente en este momento...

Zhan sonrió tomándole la mano.- Hermana... todo está bien... es solo que a veces no entiendo por qué es así la señora... espero aprender como dice el Padre...

Changze sonrió y terminó su taza de café, luego se despidió de las hermanas y de ese chico. Justo en el momento en que le tomó la mano, sintió como si una corriente eléctrica lo recorriera de pies a cabeza... tanto así que no supo cómo interpretar la sensación. Por otro lado, el hecho de escuchar un nombre tan familiar le hizo recordar el motivo por el cual había regresado a la ciudad. Salió del orfanato y fue directo a cumplir con sus deberes eclesiásticos. Entró a la iglesia persignándose con un poco de agua bendita, luego fue a la sacristía para recoger su estola y poder regresar al confesionario. Caminó tan pensativo que no notó la presencia de una mujer que lo miraba sorprendida y que giró lentamente mientras él avanzaba con paso decidido.

Sanren miró aquel rostro, de inmediato se sintió inquieta... cómo era posible que ese seminarista estuviera de regreso en la ciudad y paseara tan tranquilamente por las calles sin siquiera imaginar todo lo que había sucedido después de aquella noche... una noche donde le entregó su inocencia y su cariño. Mientras pensaba en eso, observó a la gente pasar de uno en uno al confesionario y ella permaneció sentada en la banca como si se hubiera vuelto de piedra.

Persiguiendo un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora