CAPÍTULO 3

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Me até el pelo y esta vez me lleve los pantalones largos. Salude a mis papás y me fui hasta la parada de colectivo.

—¿Cómo te fue ayer? —Habla el chofer.

—Bien, bien por suerte. —Sonreí y me senté en el asiento que estaba al lado suyo —. De hecho, hoy voy a volver.

Noté como su cara se tornaba a otra más preocupada y negó con la cabeza.

—No, no y no. —Chasqueó la lengua —. Hoy vos te vas al colegio y te dejas de hinchar.

—¿Qué decís? Yo hago lo que quiero. —Le dije.

—Está bien que vayas una vez, pero ¿dos? No. —Levanto el dedo y señaló la parada donde tendría que bajarme —. Hoy vas.

—No, llévame hasta la estación, dale. —Quería ver donde queda la casa de ellos por lo menos... o conocerlos, no sé, pero, se ve que pueden ser buena gente.

—Julieta. —Llama por mi nombre completo.

—Fernando. —Hice lo mismo, pero con un tono de súplica.

—Te bajas o le voy a decir a tus papás, dale, ándate. —Hace un gesto con la mano para que me vaya.

Chasqueo la lengua, enojada.

—El día que me compre una bici vas a extrañarme. —Me encojo de hombros y me bajo.

El viento azotó mi pelo y miré como todos los estudiantes estaban entrando al colegio. Me fije que no haya alguien conocido y me acerqué al teléfono público.

—Atendé... dale, ma. —Repiqueteé los dedos contra la mesa mientras esperaba.

—¿Hola?

—Mami.

—¿Qué haces? ¡Tenes que estar en el colegio vos!

—Ya se, ya voy a entrar, pero te avisaba que no voy a ir hasta la tarde o noche, me quedo en lo de una amiga.

—¿Qué amiga?

—Laura, en lo de lau. —Fue lo primero que se me vino a la cabeza.

—Bueno, dale, cuidado cuando cruces la calle y todo, si ves algo raro te vas o pedís que me llamen y va papá ¿está bien? Mucho cuidado, que hoy es un día complicado.

—Tranquila, ma. —Sonreí victoriosa.

—Un beso, hija.

Dejé el teléfono y corrí hasta la puerta del colegio, llegué, tarde, pero llegué.

Pasaron las horas, lentísimo.

—Eu, franco. —Llama uno a mi compañero de banco.

—¿Qué pasa?

—¿Te contaron como nos ganaron los de All Boys? Hubieras venido, boludo. —Apenas escucho ese nombre trato de evitar levantar mis ojos, pero me fue imposible.

—¿All Boys? —Repetí.

—¿Qué te metes? —Se muerde el labio inferior, fastidioso.

—Tarado. —Mascullé.

Puse los ojos en blanco y seguí con lo mío.

—No boludo, no voy más, ese equipo tiene a esos dos que te garchan en dos segundos, encima los estaba viendo el chabón ese para integrarlos en boca. —Se queja.

¿Estará hablando de Carlos y Danilo?

—¿A quiénes te referís?

—¿Qué? ¿Ahora te gusta el fútbol a vos?  —Enarca una ceja.

𝐕𝐞𝐧𝐞𝐧𝐨: 𝐃𝐚𝐧𝐢𝐥𝐨 𝐒𝐚́𝐧𝐜𝐡𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora