CAPÍTULO 13

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Aparecí en el balcón cerca de la puerta de los vestíbulos para hablar con Danilo antes de que él entre. Lo jugadores del equipo pasaron al lado mío, todos cabizbajos por haber perdido el partido, hasta que me encuentro con un castaño, puse la mano en su pecho.

—Dani, ¿podemos hablar? —Él miro mi mano y luego a mí. Por dios, ese gesto fue atractivo. Él no asintió ni nada, pero se hizo a un lado, apoyando sus brazos en el balcón.

—¿Qué pasó? —Miró directo a la cancha. Se le notaba la frustración.

—Te quería felicitar. —Dije, neutra.

—¿Por qué? Si ni siquiera gané.

—Pero jugaste muy bien y te felicito por eso, te esforzaste mucho. —Lo miré.

—¿Eso era nada más? —Su pregunta me tomó por sorpresa. Fruncí las cejas.

—¿Estás bien? Ya casi no nos vemos... —Él seguía sin mirarme.

—Estás lejos y en tus cosas, Ju, yo estoy acá, en un duelo, tratando de superar muchas cosas. Si yo no tengo tiempo ¿vos sí?

—Tampoco creí que sería como un duelo perder un partido. —Reí un poco tratando de aligerar las cosas. Dejé de hacerlo cuando me di cuenta de que él no se reía.

—Estoy en un duelo posta, ju. —Me mira —. Mataron a Anabela. —Se enderezó y pasó por al lado mío para irse, pero lo agarré del brazo.

—Perdón. No tenía idea, te lo juro... —Me quiero matar. Trato de hacer algo bien y así termina, dios, soy una tarada, me quiero pegar a mí misma.

—Tranquila. Era obvio que no ibas a saberlo. —Bajó la cabeza para mirar mi mano que todavía permanecía en su brazo.

—¿No te estás metiendo en nada raro, no? —Baje mi mano para entrelazarla con la suya, él solamente suspira.

—No. —Contesta.

No sé qué me costó procesar. Si su mentira o el hecho de que hasta él supiera que no puede mentirme mirándome a los ojos y que por eso no lo hizo.

—Decime eso mirándome, uru... ¿no te estás metiendo en ningún quilombo? —Él levantó su cabeza y me miró, dudando de qué hacer.

—Me tengo que ir. —Se movió, pero no lo dejé.

—No podés mentirme a los ojos ¿verdad? —Sonreí, cínica —. Dale, Danilo.

—Ju, no me hagas esto ahora, me tengo que ir. —Se fue, dejándome con las palabras en la boca.

No fue capaz. No lo fue. Me mintió. Me mintió con nuestras manos unidas. Creí que por un momento me haría caso y se dejaría llevar por el bien.

Suspiré. No me iba a dejar llevar por mis sentimientos esta vez. Tenía que mostrarme fuerte para ir a festejar con Carlos.

Baje las escaleras para ir a encontrarme con los demás. Carlos hablaba con Segundo y mi papá sobre como estuvo el partido, nuestras mamás estaban hablando de Deborah y los hermanos de Carlos iba delante de ellas.

Miraba el piso, caminaba hacia el auto, lejos de los demás. Siento como alguien corre por la cancha. Me giro a mirar por chusma.

—¿Danilo? —Dije mientras se acercaba, iba tan rápido que ni siquiera creí que pararía. Está... ¿sin remera? ¿se escapó del vestuario? —. ¡Danilo! —Alcé la voz cuando pasó al lado mío.

Me detuve y enarqué una ceja.

Volvió a ignorarme.

Miré a Carlos, confundida por lo que acababa de pasar.

𝐕𝐞𝐧𝐞𝐧𝐨: 𝐃𝐚𝐧𝐢𝐥𝐨 𝐒𝐚́𝐧𝐜𝐡𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora