CAPÍTULO 20

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Hoy debutaba Carlos. Así que estábamos todos juntos en el patio de los Tevez.

—Pasame el maní que estoy nerviosa. —Mi mamá estira la mano para que se los alcance y lo hago.

—¿Alguien sabe cuando empieza? —Mi papá estaba ansioso. Sonreí cuando los vi a todos emocionados por verlo a Carlos jugar. Sentí mucha felicidad por haber ayudado a mis papás a cambiar de parecer y amigarse con los Tevez.

Chito puso su brazo alrededor de mis hombros y empezó a sacudirme de la emoción, yo me reí y lo miré.

—¡Mira lo que hace paper en boquita! —Cuando dije eso mi sonrisa automáticamente se borró.

—Solo lo hago por Carlitos, no porque me haya arrepentido de ser gallina, ni siquiera es la bombonera esa. —Me encogí de hombros.

—Che, Juli, ¿vo' sabe' algo del uruguayo? —Segundo me mira desde su lugar.

Sonreí al recordar la sonrisa del castaño, su cara de despreocupación cuando está distraído...

—No, no hablamos desde el viernes. —Negué.

Lo había vuelto a ver hace dos días. Había recibido una llamada de él pidiéndome que nos encontremos en la estación.

Flashback

—¿Me prometes algo, Ju? —Él miraba las estrellas con atención mientras acariciaba mi mano.

—Según qué, no vaya a ser que me salís con una huevada. —Puse los ojos en blanco y él rió.

—No, boluda, de verdad. —Me miró de reojo.

—Bueno, decime, a ver. —Volteé mi cabeza para ver su perfecto perfil.

—¿Me prometes que después de nosotros no va a haber nadie más que nos llegue a los talones? —Terminó. Al notar mi silencio el se inclinó a mirarme.

—¿De verdad me estás diciendo, Dani? —Enarqué una ceja.

—Perdón... —Dijo bajando la mirada a mis labios.

—Eso no tenes que dudarlo, a vos nadie te va a llegar a los talones ni en pedo, no se me pasaría por la cabeza conocer a nadie más tampoco. —Sonreí y él subió la mirada a mis ojos.

—Te prometo que yo nunca haría eso tampoco, Ju. —Era verdad, estaba mirándome a los ojos, serio, con nuestras manos entrelazadas y mirando las estrellas.

Me acerqué a su cuerpo y recorrí su rostro con mis dedos, era jodidamente perfecto.

Incliné mi cara y empecé a besarlo. Rodeé su cuello con mis brazos y él acomodó su espalda contra la pared para sentarse.

Rodeó mis caderas con su brazo y me sentó en una de sus piernas.

—Te amo, Julieta. —Confesó.

—Te amo, mi romeo. —Dije ganándome una risa de su parte.

Suspiré luego de recordar esa noche. Luego de ahí no supe más nada.

—Bueno che, esto no empieza más. —Me quejé levantándome de mi silla.

—Hija. —Mi papá llamó.

—¿Sí? —Lo miré cuando puse mis manos en mi cadera.

"Anda a buscar el regalo de mamá al auto" noté que moduló y yo asentí.

Caminé hasta el auto y saqué la caja donde se encontraba el bolso que sería para mamá y el que sería para Chila. Mientras volvía escuché los chillidos de emoción de todos.

𝐕𝐞𝐧𝐞𝐧𝐨: 𝐃𝐚𝐧𝐢𝐥𝐨 𝐒𝐚́𝐧𝐜𝐡𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora