EXTRA

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Las manos de mi modista hicieron que se me ponga la piel de gallina por lo frías que se encontraban.

Me miraba al espejo nerviosa.

El aire frío chocaba con mi abdomen y mis puños estaban tan apretados que pude sentir que mis uñas se enterraban en mis palmas.

—¿Podrían llamar a Dani? —Miré a los chicos del staff.

Asintieron segundos antes de desaparecer por la puerta de la habitación.

Inhalé y exhalé mil veces.

Una chica aparece por la puerta.

—En cinco minutos es tu entrada. —Informó. Yo asentí.

Miré mi cuerpo y la poca ropa que debía exponer en minutos.

Una ola de sentimientos me inundó el cuerpo cuando vi el rostro de Danilo buscándome.

Estiré mis brazos y me acerqué a él para ser envuelta en sus brazos.

Sus manos emanaban calor en mi espalda y su cuerpo me hizo sentir cómoda, como si las únicas personas que existieran fuéramos él y yo.

Sentí sus manos sobre mi cabeza y me separé para mirarlo.

Los nervios ya no estaban, sus ojos me transmitían seguridad.

—Sos perfecta. —Tan solo dos palabras y once letras.

Sus labios viajaron a mi sien y sus manos a mis mejillas.

—Julieta, a la pista. —Si Danilo no hubiera estado en el momento que me habían llamado, seguramente me estaría revolcando en el suelo del miedo.

Me di la vuelta y sentí una palmada suave sobre mi espalda baja que venía de Danilo.

Reí y me adelanté a la entrada de la pasarela. Elevé mis brazos y la modista comenzó a acomodarme las alas.

La cuenta regresiva comenzó.


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Las luces cesaron y mis pies se movían hacia el centro de la plataforma.

Dos destellos rojos cayeron sobre mí, la música comenzaba y mi rostro se relajó en una expresión neutra.

Comencé a contar el compás de la canción que estaba acompañándome en la apertura de la fashion week de Victoria Secret.

Mis piernas se movían con habilidad sobre la pasarela.

Logré mirar desde mi lugar a mis padres, mi hermano y mi esposo.

Todos aplaudieron por mi aparición.

Mis ojos estaban clavados en un punto fijo de la cámara, hasta que llegué al final de la plataforma y mi cuerpo posó para la foto.

—¡Esa es mi esposa! —La voz de Danilo retumbó en el lugar.

Contuve una sonrisa, pero la modelo detrás de mí sonrió al darse cuenta de mi expresión y no evité arquear mis labios.

Me detuve antes de volver a los vestuarios. Regalé unas poses más antes de retirarme, miré donde se encontraba Danilo, pero ya no estaba allí.

𝐕𝐞𝐧𝐞𝐧𝐨: 𝐃𝐚𝐧𝐢𝐥𝐨 𝐒𝐚́𝐧𝐜𝐡𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora