ESPECIAL 125K LECTURAS: Luna de miel II

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Me desperté y moví mi mano para tocar la parte donde Danilo se encontraba. Fruncí las cejas con los ojos cerrados cuando no sentí su cuerpo allí.

—¿Danilo? —Dije todavía dormida. Me incliné sobre mi lugar para mirar su lado de la cama, pero no estaba.

Me encogí de hombros y le resté importancia. Quizás solo se despertó más temprano. Me di la vuelta y antes de volver a cerrar los ojos me encontré con algo en mi buró.

Una... ¿carta?

Abrí los ojos, esta vez, mucho más despierta y estiré mi mano hacia la carta.

—¡Como lea que me dejaste por escrito en un papel, te mato, Danilo! —Grité esperando que él apareciera por alguna parte.

Abrí la carta y me fijé en lo que había adentro.

"Querida Ju: Sé que vos sabes que yo no sé escribir una carta y ahora mismo estarás adivinando cada palabra porque mi letra es horrenda, pero por suerte me tocó ser lindo antes de tener una letra linda. Bueno, solamente quería que la carta tenga muchas palabras, así que anda a la cocina mi amor hermoso, preciosa de mi corazón, diosa del obispo, te amo montones."

—Que tarado... —Mascullé entre risas. Me levanté de la cama y miré hacia el ventanal que reflejaba la luz del sol por la mañana, la playa se veía hermosa esta mañana.

Me di la vuelta y caminé hasta la puerta cuando me encontré un camino de pétalos.

Sonreí y lo seguí cuando me seguía encontrando con muchísimos pétalos más.

Levanté la cabeza y lo vi acostado sobre su brazo encima de la barra practicando poses. Solté una risa y él me miró sin entender qué estaba pasando.

Acomodó la rosa en su boca e hizo una mueca sexy.

—Buenos días. —Trató de decir, pero su mueca se tornó a una de asco, seguramente por el sabor de la rosa.

—Buen día. —Dije entre risas.

—Y feliz san Valentín. —Sonrió, hice lo mismo por su torpe, pero hermoso intento de sorprenderme hoy.

Me acerqué y él se bajó de la barra con una sonrisa.

—Esto es para usted, señorita. —Me entregó la rosa.

—Muchas gracias, qué caballero. —Sonreí y tomé la rosa entre mis manos. Me acerqué y empecé a besarle la cara por todas partes.

Sus brazos rodearon mi cintura y me alzó, enredé mis pernas a su cintura y mis manos pasaron a su cuello.

—Yo también te tengo algo... —Me alejé y su cara se llenó de intriga.

—¿Qué? —Inclinó la cabeza —. No, para, ¿Cuándo? Porque ahora te tengo que llevar a un lugar. —Empezó a caminar.

—A la noche... ¿A dónde vamos? —Miré a mi alrededor, se estaba acercando a la puerta principal.

—A la playa. —Contestó mientras abría la gigante puerta de vidrio.

—Pero no me cambié, Dani, para. —Empecé a moverme para que me suelte y él me hizo cosquillas. Una fuerte carcajada salió de mi boca.

—La playa es nuestra, boluda ¿o te olvidas de que soy el mejor jugador del mundo? ¿eh? —Otra vez su ego.

Levanté las cejas recordándolo, hay veces en las que olvido que salimos de nuestros problemas más difíciles como las de la plata.

—¿Pero la maya y eso? —Pregunté.

𝐕𝐞𝐧𝐞𝐧𝐨: 𝐃𝐚𝐧𝐢𝐥𝐨 𝐒𝐚́𝐧𝐜𝐡𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora