CAPÍTULO 10

5.8K 383 173
                                    

Danilo. El mismo que creía querer hace tres meses. Ya no parece el mismo, el brillo en sus ojos había desaparecido, su rostro parecía cansado, sus ojeras estaban por el piso, tenía los parpados pesados, como si no durmiera nada.

Se sobó la nariz y bajó la mirada. Di un paso más hacia él logrando que vuelva a mirarme a los ojos.

—¿Qué hace' acá? —Sonrió. Fruncí las cejas al ver sus dientes. Su imagen se había deteriorado.

—Los chicos me invitaron. —Señale con una pequeña sonrisa el lugar por donde se había ido los Tevez —. ¿Cómo estás vos?

—Y... ahí ando. —Se encoge de hombros y vuelve a sobarse la nariz. Su postura era rara, parecía que estaba inclinado hacia un lado, mire su brazo derecho que ahora estaba completamente curado.

Apreté mis labios en una fina línea y dudé si hacer esto o no. Él me miraba indiferente. Di un paso más hacia él, aun dudando si quería hacerlo. Danilo frunció sus cejas y yo me colgué de su cuello abrazándolo fuerte. No me importó que este sudado ni nada, yo solo quería abrazarlo, volver a sentirlo, tenerlo de vuelta conmigo. Eso es lo que quería.

Parecía que no reaccionaba, pero correspondió al abrazo.

—Vos no sos Julieta. —Sentí como movía su cabeza en un rotundo no.

—Si, uru, soy yo. —Asentí y escondí mi cara en su cuello. Sentí sus brazos abrazarme más fuerte y sus puños arrugar mi suéter.

—Te extrañé, ju... —Susurró en mi oído. Su voz sonaba quebrada. Reflejaba tristeza, una tristeza que me cubrió el corazón al instante en que recordé las noches que lloré por lo tanto que extrañaba sus abrazos, sus chistes, su estúpido ego que me encantaba ver en él e imaginé las noches en las que él debió sentirse solo, cuando yo no estaba ahí para verlo en sus prácticas, para cenar sentados en la calle mirando las estrellas y hablando boludeces, para hacer ideas en un segundo así no nos cachaba el señor de los boletos.

Me hace pensar en el mal que estamos haciéndonos ambos al volvernos a ver sin saber que va a pasarnos realmente.

Mis ojos empezaron a cristalizarse y entrelacé mi mano en su pelo. Escuché como volvió a sobarse la nariz. Es un boludo, se resfrió en verano. Me reí en su cara y me di cuenta de lo cerca que estábamos. Incliné la cabeza para dar un paso por él.

—Ju... —Él negó con la cabeza y bajó la mirada al piso.

—Perdón. —Me separé rápido —. Perdón, no sé qué me pasó, no es lo que quería hacer.

—No, tranquila, no pasa nada, solo que... no sé si realmente es lo que quiero ahora. —Agarró mi mano y se acercó a mí.

—Si, tenes razón, perdón, tenes que estar concentrado en el fútbol, de verda, no sé qué me pasó, perdóname. —Me solté de su agarre y me acaricié la sien.

—No es eso, es... complicado, otro día te lo explico. —Habló. Decidí no hacer preguntas para no sentirme mal.

Seguro conoció a otra persona mientras yo no estuve, cosa que es claramente lógica porque no éramos nada y él estaba en todo su derecho de conocer a alguien más, pero yo no había hecho eso, no quise conocer a nadie, no quise escuchar a mis sentimientos.

—¿Te acompaño a la salida? —Pregunté, él asintió y empezamos a caminar.

—Te ves diferente. —Comenta.

—¿Yo? —Me señalo a mi misma como una boluda.

—No, manzana, —Reí por su chiste y él ríe también, por un pequeño momento el brillo en sus ojos regresó y al segundo que pestañea vuelve a desaparecer —. Si, boluda, 'ta ma' flaca ¿vo' 'ta comiendo?

𝐕𝐞𝐧𝐞𝐧𝐨: 𝐃𝐚𝐧𝐢𝐥𝐨 𝐒𝐚́𝐧𝐜𝐡𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora