CAPÍTULO 19

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Carlos se agacha y yo hago lo mismo. Lo miro, asustada. Era la tercera vez que me sentía tan cerca de un tiroteo. Los ruidos se acentúan y yo me tapo la boca para no gritar. Miro a Carlos que me señala uno de los pasillos. Corro escondiendo la cabeza cuando escucho unos pasos cerca nuestro.

Abro los ojos de par en par cuando enfrente nuestro corre Jorge. El mismo que me había arrastrado para hacerme lo peor. Reconocí ese tatuaje y esa trencita que me había traumatizado durante todos esos meses.

—Vamos, por acá. —Carlos empezó a correr en la dirección opuesta a la de Jorge.

—¡uruguayo! —Grita. Ahogué un grito, esta vez, en voz alta. No lo dude. Iba a cumplir con mi promesa. Las palabras que le había dicho a mi mamá.

"El amor me volvió loca".

—¡Julieta! —Escucho que Carlos grita detrás de mí.

Pero no me importó. Lo único que me importaba ahora era él, Danilo.

Fui atrás de Jorge, que no se había percatado de mi existencia. Como pude saqué la navaja de mi zapato.

Me detengo en seco cuando lo veo.

Esta vez era real.

Él se quedó paralizado, mirándome, incrédulo.

Jorge apunta con el arma y veo mi vida pasar a través de ella. Viajaba, lento, segura de a donde caer.

Una mancha roja explota contra la ventana que se encontraba detrás de Danilo.

—¡Danilo! —Un grito sale de mi interior. Él apunta con el arma hacia Jorge y le da directo al abdomen.

Corrí hacia donde estaba él. Lo agarré de los hombros y las lágrimas empezaron a caer. Él gimió del dolor.

—Danilo... —El castaño apretó los dientes —. Danilo, estás bien...

Pase mi mano por sus brazos, su cuello, su mejilla sana. No supe que hacer.

Miré al cuerpo que estaba a nuestro lado y la misma chica que estaba aquella vez, puso sus manos en la herida de Jorge.

Siento la mano de Danilo entrelazarse con la mía y me empuja para llevarme hasta adentro de una casa.

—Dani... —Lo miré entrar al baño. Él se miraba al espejo con una mueca de dolor. Se aferró al lavamanos y cerró los ojos

—¿Qué haces acá? —Dijo mientras agarraba una botella de alcohol. Las curitas de mi corazón se despegaron, empecé a sentir cada rotura en mi alma y ver como empezó a sollozar al echarse el alcohol fue lo que terminó de destrozarme.

—Dejame que te ayude, Dani... —Me acerqué y él me miró con una expresión de dolor.

—Solo el seba me decía así. —Cada cosa que decía me afectaba más.

—Dame eso. —Agarré la botella de alcohol que tenía en la mano y me acomodé del lado que tenía la herida. Puse mi mano en su mentón y le acerqué la botella a la mejilla.

Él cerró los ojos y apretó los dientes. Dejé salir un poco del líquido y fruncí las cejas, preocupada, cuando soltó un jadeo.

Él se miró al espejo. Me incliné a buscar unas gasas y limpié la sangre que había alrededor de su mejilla y su cuerpo.

Quería terminar de ayudarlo para lanzarme sobre él y abrazarlo para siempre. No soportaba verlo sufrir así.

—No quiero que me veas así, Ju. —Habló agarrando las gasas sobre mi mano, yo lo miré, confundida.

𝐕𝐞𝐧𝐞𝐧𝐨: 𝐃𝐚𝐧𝐢𝐥𝐨 𝐒𝐚́𝐧𝐜𝐡𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora